Gustavo Sergio Ortega Castán murió a los dos días de recibir una paliza que le causó un traumatismo craneal. Los médicos que le asistieron en el parque Tío Jorge de Zaragoza, nada más ser agredido por su amigo, señalaron ayer en el juicio que rechazó en tres ocasiones recibir asistencia en un hospital.

Los sanitarios no dudaron en afirmar ante el jurado que "si hubieran sospechado de una lesión cerebral habrían dicho a los agentes de la Policía Nacional que había que ingresar por la fuerza a este hombre".

Una situación que no ocurrió. De hecho estos facultativos señalaron, al igual que hizo un testigo en la primera sesión de la vista oral por este crimen ocurrido el 30 de junio del año pasado, que nada más curar las heridas superficiales ambos se abrazaron e incluso el acusado, Miguel Lázaro Salinas, le limpió la cara en una fuente y le dio un abrazo. Ambos eran amigos.

La Policía Nacional que investigó este crimen también reconoció que desde el primer momento trataron el tema como un delito de lesiones, si bien luego derivó en una muerte.

Los agentes resaltaron las declaraciones de los testigos, especialmente "la descripción del ruido que provocó el golpe de la cabeza contra el suelo, tras recibir una patada".

Durante el juicio también se resaltó que tanto la víctima como el procesado tenían antecedentes penales por robo. Incluso, habían estado en prisión. Hoy continuará la sesión con los informes del Instituto de Medicina Legal de Aragón (IMLA).