El sector de la construcción está esquivando la crisis económica que ha provocado el coronavirus o, al menos, no le está afectando con la misma virulencia que a la hostelería o el turismo. Prueba de ello es Zaragoza, donde las máquinas y grúas se asoman desde las construcciones que hay en marcha y que se completarán con las promociones pendientes y que van a iniciar sus obras a lo largo del año y durante el próximo 2022. El saldo que dejarán de aquí a dos años será de más de 2.000 viviendas nuevas, a estrenar, principalmente en Miralbueno, Parque Venecia, el barrio del Ave y el entorno de la ribera.

«Hay hambre de obra nueva», admite Fernando Baena, del Colegio de Agentes de la Propiedad Inmobiliaria (API), que asegura que el mercado de nueva construcción está funcionando en la ciudad pese a que los precios están al alza, precisamente, porque existe demanda. El año pasado la constitución de hipotecas subió en Aragón un 6,4% en comparación con el 2019, hasta alcanzar las 9.556 firmas, lo que contrasta con el retroceso de un 7,6% del conjunto de España.

Pese a todo, es innegable que la crisis sanitaria ha alterado la tendencia de los últimos años y el número de transacciones de vivienda en el cuarto trimestre del 2020 bajó anualmente un 16,9% y un 28,5% en Zaragoza (también en Huesca, y en toda la comunidad cayó un 0,4%), mientras que subió en la mayoría de poblaciones del entorno de la gran urbe.

Tras los meses de confinamiento domiciliario ahora se buscan pisos más amplios, con espacios comunes, «habitaciones covid para el teletrabajo o las clases on line», y con terrazas o balcones. El año pasado, sin ir más lejos, las residencias de 80 metros cuadrados supusieron el 45,58% de las ventas, el nivel más alto de los últimos siete años.

Calidad versus ubicación

Juan Carlos Bandrés, presidente de la Asociación de Constructores y del Grupo Lobe, explica que «ahora se prefiere el producto a la ubicación, antes era diferente porque primaba el arraigo que cada uno tenía a la zona en la que había crecido». Este factor provoca que las urbanizaciones en Miralbueno, Parque Venecia, el entorno de la Estación Delicias o entre el puente de la Unión y la ribera del Ebro tengan tanto éxito y estén en constante crecimiento.

Son algunos de los puntos de la ciudad con más obra en marcha y programada por una razón principal, porque son los terrenos que ofrecen más suelo finalista apto para la edificación que se han ido consolidando después de haber acabado abandonados durante la crisis económica del 2008. Su superficie, inmensa, permite a los constructores ejecutar grandes urbanizaciones, con un gran volumen de pisos para vender, zonas comunes con parques infantiles, piscinas o pistas deportivas, por lo que resultan mucho más atractivas y rentables.

«Es cierto que en la ciudad consolidada se está urbanizando en los solares pendientes, como en el eje del Coso, pero son actuaciones muy pequeñas, con muy poca vivienda», matiza Baena. Cicatrices urbanas en la capital que empiezan a sellarse.

‘Boom inmobliario'

Los expertos del sector aseguran que no se está produciendo un boom en el mercado, de hecho, se está promoviendo un 17% menos de lo que se está vendiendo. Admiten que Zaragoza se encuentra en un buen momento, donde los costes de ejecución todavía están un 30% por debajo de los precios del 2008, aunque sí han aumentado los de construcción, y donde los bancos están desprendiéndose de ciertos terrenos. La oferta, insisten, se acompasa a la demanda, al nivel de ventas. Algo que, a tenor de las licencias solicitadas el año pasado, 1.086, y las del 2019, 1.600, parece que se está cumpliendo.

Tanto Bandrés como Baena coinciden en que el sector, que tras la crisis del 2008 se ha profesionalizado, sigue tratando de recuperar la confianza de los ciudadanos. «Tenemos que proporcional la seguridad de que su futura vivienda no se va a ver afectada y no se paralizará, como sucedió con la crisis inmobiliaria», explica Bandrés.

Profesionalizado

Desde el sector aseguran que la promotora o constructora que ahora apuesta por edificar lo hace con la seguridad de que podrá ejecutar el proyecto, ya no es como antes, insisten promotores y constructores. La crisis depuró el sector y las empresas que sobrevivieron se han hecho fuertes y van a lo seguro. Además, las entidades bancarias también han endurecido las condiciones de financiación y cada vez son más exigentes en el porcentaje de preventas.

Según Bandrés, el sector debe ser «prudente» porque aunque actualmente está logrando sortear la crisis económica provocada por el covid es posible que las consecuencias se noten a corto plazo y descienda la demanda. Si la crisis se prolonga la capacidad económica de las familias descenderá y, entonces sí, el sector notará directamente los efectos del coronavirus