Vivir con un maltratador no tiene que ser fácil en un momento de confinamiento en el que el agresor ejerce un control sobre su pareja las 24 horas del día. Frente a ese aislamiento, la concienciación social hizo que vecinos, amigos y familiares decidieran pedir ayuda ante la sospecha de que algo raro podía estar pasando. También las propias víctimas. Así lo evidencian las llamadas recibidas por el teléfono de atención a víctimas de violencia machista de Aragón (900 504 405) que derivaron en 237 intervenciones urgentes.

La mayoría de estas tuvieron que ver con casos de maltrato físico, psicológico o agresiones sexuales, pero también en atenciones, por ejemplo, de mujeres que ejercen la prostitución y que ante la falta de clientes fueron expulsadas de los pisos en los que residen.

María Goicoetxea, directora general del Instituto Aragonés de la Mujer (IAM), no puede evitar reconocer que al inicio del confinamiento, en plena alarma de la pandemia del covid-19, su «principal preocupación» eran esas mujeres que «no iban a poder pedir ayuda ante una situación de abuso». Unos temores que, tal y como demuestran las cifras de la línea 900 del IAM, se hicieron realidad

DESCENSO

«La primera semana hubo un descenso brutal, notábamos que no teníamos los mecanismos necesarios para acceder a las mujeres que precisaban de nuestra ayuda», señala Goicoetxea, quien apunta que si en la segunda quincena del mes de marzo del 2019 atendieron de forma urgente (movilizando servicios de abogados, psicólogos, trabajadores sociales y Fuerzas de Seguridad del Estado) a 71 mujeres, este año la cifra descendió nada menos que a 34.

En abril, por el contrario, a pesar de ser un mes en el que se mantuvo el confinamiento, el número de llamadas sí aumento. De hecho, el IAM registró 417 llamadas, de las que 203 fueron casos de emergencia. Con respecto al año pasado «se incrementaron un 51% las intervenciones de este tipo». La tendencia sigue al alza, explica Goicoetxea, ya que en lo que va de mes de mayo se han superado ya las 390, «lo que supone un 75% más o respecto a abril».

«Afloraron situaciones muy complicadas que no podían mantenerse en el tiempo», recalca la responsable del IAM, que añade que «hubo casos en los que las madres reconocieron que no habían pedido ayuda antes por temor al contagio con el virus al salir a la calle, especialmente por sus hijos». Durante este tiempo, 51 mujeres y 17 menores han tenido que ser realojados.

Una solución que el IAM ofreció también a las prostitutas que se habían quedado sin ingresos y sin un vivienda en la que vivir. Una atención novedosa que hasta ahora no se había realizado en la comunidad autónoma.

Del mismo modo y ante una administración bajo mínimos a la hora de tramitar ayudas, el IAM decidió poner en marcha ayudas económicas a mujeres en situación de vulnerabilidad de la mano de colectivos sociales. De esta forma dieron una respuesta rápida a problemas inmediatos.

CINCO VILLAS, DONDE MÁS

La Comarca de las Cinco Villas ha puesto en marcha 15 procedimientos de violencia de género en lo que va de año, siendo este mes de mayo, con cinco, en el que más se han registrado. Además, se ha pasado de 28 ordenes de protección a 34.

El Punto de Coordinación de Órdenes de Protección, que depende del Instituto Aragonés de la Mujer (IAM), es el organismo que establece el seguimiento de dichos procedimientos por parte de la comarca. Su presidente, Santos Navarro, precisa que cuando empezó el estado de alarma por la pandemia del coronavirus «parecía que todo estaba paralizado, no había denuncias, y eso es consecuencia de las circunstancias, no poder salir, no poder hablar, debe ser muy duro, pero ahora ha habido un repunte». Así se refleja en los datos recogidos por los técnicos comarcales, mientras que desde servicios sociales señalan que, especialmente, «será duro el post-covid», donde se espera un repunte más alto. «Ya lo estamos viendo, hay mas solicitudes de atención jurídica para comenzar procedimientos de separación», indica. Añade que ahora habrá que trabajar para acoger a todas estas mujeres y a sus familias para intentar frenar esta lacra social que está muy viva, «y, desafortunadamente, en tiempos de crisis, de la clase que sea, todavía más».

Según precisa, el reto de la comarca es «seguir garantizando la atención de las mujeres y valorar el refuerzo de los servicios específicos de atención, para dar respuesta a todas las necesidades». La comarca está valorando la ampliación de la atención psicológica como mecanismo de refuerzo de atención a mujeres y a sus familias. A esto se une el IAM.