Sin elevar el tono, Lambán no ocultó ayer su disgusto con algunas de las últimas decisiones adoptadas por el Gobierno de Pedro Sanchez, las que se refieren a pactos con «partidos que solo tiene representación en una comunidad autónoma», nacionalistas. En particular la anunciada transferencia de gestión de la renta básica, el Ingreso Mínimo Vital (IMV) a País Vasco y Navarra. «Aragón no entendería que unas comunidades lo gestionasen y otras quedaran al margen», insistió, calificando de «inconsistentes» los argumentos dados por el Ejecutivo central para justificarlo.

Por ello, el presidente aragonés solicitó su gestión, y no fue el único. Andalucía, Galicia, Castilla y León, Valencia, Cantabria, Madrid y Cataluña también lo hicieron, pero será este lunes, indicó Pedro Sánchez en su rueda de prensa posterior al encuentro, cuando se conozca a través del BOE si ha atendido esta petición. Nada hace indicar que lo vaya a hacer.

Lambán ahondó en que, celebrando la puesta en marcha del IMV y los fondos europeos anunciados, entiende que las comunidades autónomas deben participar «no solo en la gestión, sino en los criterios de distribución» de este dinero. Una negociación multilateral en foros «donde mayoritariamente estemos Gobiernos que creemos en España y la igualdad de los españoles».

El aragonés reiteró su preferencia por los pactos con partidos «constitucionalistas». «Lo mantengo absolutamente, no me gusta absolutamente nada» que se pacte con Bildu o ERC, reiteró, celebrando, por contra, los acuerdos con Ciudadanos.

Respecto al IMV, consideró «injusto» y «un agravio» que se vaya a dar la gestión solo a País Vasco y Navarra, con los argumentos, a su juicio «sustancialmente inconsistentes», de que son las únicas comunidades que tienen Servicios Sociales preparados y gestionan ya rentas básicas. Al respecto, Lambán consideró que Aragón también tiene unos buenos Servicios Sociales y gestiona el Ingreso Aragonés de Inserción.

ÁMBITO RURAL

Otro lamento de Lambán fue la tardanza en la llegada de la flexibilización de las medidas de desconfinamiento para el ámbito rural, que prácticamente dejó en un fin de semana las ventajas de la fase 2 en el caso de Aragón. Y no parece que la fase 3 se vaya a adelantar en estas localidades esta semana.

El presidente, eso sí, lo asumió «casi como un fracaso» propio, porque a su juicio el efecto «muy limiitado» de esta flexibilización ha supuesto desperdiciar «una oportunidad maravillosa» de beneficiar a las zonas despobladas. Y aunque la «sensibilidad» del Gobierno central llegó, lo hizo muy tarde para Aragón.

Algo que, en cualquier caso, confía en poder revertir parcialmente a partir del próximo 8 de junio, cuando asuma la autoridad delegada durante la fase 3 y pueda comenzar a adoptar medidas en este sentido.