Un enfrentamiento Osasuna-Zaragoza como el de mañana suele dar lugar a previsiones de choque intenso, algo tosco y falto de goles. Utilizando un amplio repertorio de tópicos futbolísticos aparece un Osasuna defensivo con el contragolpe como principal arma y un Zaragoza con mayor pegada y con jugadores más técnicos. La realidad, en cambio, ha elegido un camino diferente al de la tradición y habla del Osasuna como un equipo goleador y goleado --todavía no ha terminado un partido con empate a cero-- y tremendamente eficaz de cabeza y del Zaragoza como un fantasma de sí mismo en los desplazamientos y con serios apuros para detener a delanteros altos y hábiles como Milosevic --que no estará mañana-- y Morales, los dos arietes que mantienen al Osasuna en la zona media de la tabla.

Puede que sea por las reducidas dimensiones de El Sadar, por el estilo de juego del Osasuna o por la elevada estatura de sus delanteros, pero el equipo navarro es el que más se prodiga de Primera División en lograr goles de cabeza y el estadio pamplonés ya ha visto diez en siete partidos. El juego aéreo es fundamental para el Osasuna, aunque la habilidad que muestra a la hora de lograr introducir el balón con la cabeza en la meta contraria se desvanece por completo cuando se trata de evitarlo en la propia portería. Ocho goles a favor y siete en contra le sitúan como líder de ambas estadísticas en Primera.

El Zaragoza le sigue de cerca en el número de dianas con seis a favor, aunque, y contra lo que pueda dar a entender su endeblez defensiva, sólo ha encajado cuatro. Los números del Osasuna convierten El Sadar como un buen lugar para los aficionados al fútbol más tradicional --centros desde las bandas para un remate de cabeza--. En Pamplona han visto 15 tantos logrados de esa manera, diez de ellos del equipo de Javier Aguirre. Sólo en la novena jornada se quedaron sin celebrar un gol y sólo en la undécima vieron un único tanto conseguido con el pie (1-0 ante la Real Sociedad).

Los goles de cabeza han sido la tónica del equipo desde la primera jornada, con un Milosevic pletórico que aparecía en la lucha por el pichichi con cinco goles en cinco jornadas (tres de ellos de cabeza) y la única salvedad de la pequeña crisis que atravesó el conjunto navarro con tres derrotas consecutivas en las que no acertó con la portería contraria (Barcelona, Levante y Villarreal). Ese bache coincidió con el bajón del nueve balcánico, que no ha vuelto a marcar, y duró hasta que encontró en Morales al tanque que necesita para culminar su juego en goles. El uruguayo, 1.96 de estatura, ha marcado cuatro goles en los últimos cuatro encuentros y se presenta como la principal amenaza rojilla. Ha sido en los tres últimos partidos del Osasuna en los que más goles de cabeza se han visto, siete, cuatro a favor y tres en contra de los navarros. El Zaragoza sólo ha marcado tres goles lejos de La Romareda y todos con el pie.