El Real Zaragoza tiene las mismos puntos, 24, y ocupa la misma posición, 17ª,que en la temporada 2009-2010, cuando tuvo que reclutar en el mercado de invierno a siete futbolistas para huir del descenso. La diferencia entre aquel equipo y el actual, también con cuatro puntos de colchón sobre el antepenúltimo en la jornada 24, es que el de Manolo Jiménez va de caída después de encadenar siete partidos sin ganar.

La victoria en San Mamés hizo que el conjunto aragonés celebrara las fiestas navideñas con 22 puntos a un solo partido del cierre de la primera vuelta. Hace cuatro cursos, recién ascendidos de Segunda, el equipo que ya dirigía José Aurelio Gay tras haber sustituido cuatro encuentros antes a Marcelino, llegó a la 18ª jornada con 14 puntos y descolgado a tres de la salvación, en una asfixiante penúltima plaza.

Nada más iniciarse la segunda vuelta y con la llegada progresiva de Eliseu, Suazo, Contini, Colunga, Edmilson, Jarosik y, por fin, Roberto, quien debutó precisamente en la jornada 24 de aquel ejercicio con un 0-2 en Getafe (dos tantos del Chupete), el Real Zaragoza inició una escalada con tres victorias y un empate que le permitieron alcanzar los 24 puntos. En esa cantidad se ha estancado el grupo de Jiménez, que solo ha logrado dos empates desde la feliz noche en San Mamés.

En esta ocasión, los refuerzos invernales distan un abismo en calidad y experiencia a los que el club facilitó a Gay para afrontar y conseguir una hazaña. Fernández, Bienvenu, Rodri, Carmona y Rochina son más jóvenes y con bastante menos recorrido en situaciones de máxima presión y responsabilidad.

La cuestión es que la similitud en los números --con una victoria y dos derrotas más en el presente ejercicio-- empareja en el reto a ambos equipos en este triste lustro de angustias. Con 14 encuentros por delante y no sin algunos apuros, el Real Zaragoza de Gay ganó cuatro partidos e igualó otros cinco, con lo que acabó con 41 puntos, más que suficientes. El Real Zaragoza de Jiménez está igual con la misma distancia por delante, pero inmerso en una crisis de valores.