Cada vez que el Amantes de Teruel juega fuera de casa, es decir, uno de cada dos fines de semana, sale de la capital turolense en autobús a las 9.00 horas, para a comer y llega a su destino sobre las 17.00 horas. Calientan, preparan mínimamente el partido, juegan, se compran unos bocadillos y vuelven al autobús que, tras parar otra vez para tomar un café, les deja en casa a las 2.00 de la madrugada. Lo mismo le sucede al Maderas Altoaragón-Estanco Martín de Jaca, al Andorra o a cualquiera de los cinco equipos aragoneses que militan en la Primera Nacional A de fútbol sala, la misma que ocupa el Colo Colo Rigar Litocián.

"Estas primeras semanas va a ser muy duro volver a la carretera", dice Pascual Torrijo, entrenador del Amantes de Teruel. "Habrá que animar a los jugadores para que sigan con las mismas ganas que hasta ahora", continúa Torrijo que, como todo el fútbol aragonés, sigue consternado por las trágicas muertes de Carlos López, Víctor Moreno, Javier Ondiviela y Víctor Lázaro. "Cuando jugamos fuera, nos pasamos todo el día en la carretera", dice Miguel Carasol, jugador del Maderas Altoaragón de Jaca. Y es que, como el decano Colo Colo, los equipos aragoneses pueden ocupar hasta 15 horas de un sábado en su gran pasión, jugar al fútbol sala.

"Viajamos en autobús porque es más seguro. En Teruel sólo tenemos carreteras nacionales y no bastante buenas", explica Pascual Torrijo, que considera que tanto el Andorra como el Amantes están en peores condiciones que el resto en lo que se refiere a desplazamientos. Todos los encuentros que disputan fuera implican un viaje que, excepto en el caso del Andorra, les hace salir de la provincia. "Hasta Cataluña solemos tardar unas seis horas, como a Jaca", relata Torrijo, que lamenta el mal estado de las carreteras de Valencia y Zaragoza, por las que deben pasar cada vez que viajan.

Como el Rigar, el Estanco Martín de Jaca viaja en una furgoneta que conduce Carmelo, el entrenador. "A mí me agota, pero a la vuelta puedo dormir, él no", afirma Carasol. "Nosotros estamos muy lejos de todo, pero hay que reconocer que los turolenses lo están más todavía", continúa Carasol, añadiendo que el desplazamiento más cómodo es hasta Zaragoza y, el más largo y peligroso, hasta Teruel.

El club contrata autobuses para las categorías base del club, pero las limitaciones presupuestarias no permiten que el primer equipo pueda desplazarse en otro vehículo que no sea una furgoneta. "Cuesta hasta 600 euros por viaje y somos un club modesto", dice Carasol. Los exiguos presupuestos impiden viajes más cómodos o dormir en los lugares de juego. "Hace dos semanas sí pasamos la noche en La Garriga, pero eso nos lo podemos permitir una vez al año y pagando nosotros las comidas", relata Manuel Carasol.

No sólo turolenses y oscenses tienen que salir a la carretera. El Sala Zaragoza, descendido la pasada campaña a Primera Nacional B, tiene 13 desplazamientos anuales. Todos ellos son dentro de Aragón, pero alguno supone casi 400 kilómetros. "El trayecto más largo que tenemos ahora es hasta Mas de las Matas y el más corto, a Pinseque", explica Chus Muñoz, que no duda en afirmar que el peor desplazamiento es el que les lleva a Teruel. El próximo fin de semana, el Maderas Altoaragón tendrá que volver a coger la furgoneta para viajar a San Feliu.