Los alumnos de 41 de la ESO del colegio La Salle Montemolín hicimos una excursión el pasado lunes, 12 de noviembre, para visitar algunos pueblos como Daroca y Tornos y la laguna de Gallocanta. Salimos temprano y llegamos al primero de los pueblos, Daroca, antes de las 10 de la mañana. Pudimos comprobar que esta población se encuentra en pleno Sistema Ibérico, en el centro del valle del río Jiloca y que se asienta sobre una suave hondonada a los pies de una ladera. Nos llamó la atención su trazado urbano, condicionado por su orografía con un marcado sello islámico y medieval. Vimos algunos de sus monumentos como las murallas que la circundan y que parecen trepar monte arriba hasta el antiguo castillo, y varias hermosas iglesias. Además pasamos por un mirador con unas vistas fantásticas.

La siguiente parada de la ruta fue la laguna de Gallocanta, uno de los ecosistemas húmedos más importantes de la Península Ibérica y de Europa Occidental a una altitud de 1000 metros sobre el nivel del mar. Allí almorzamos algo para reponer energía y así poder comenzar una visita en la que los guías nos explicaron todo el ecosistema del lugar. Había muchas grullas sobre el agua; este año se llevan contadas miles de ellas. El censo del 2018 está en 30.000 ejemplares. Estos animales son bastante asustadizos por lo que solo puedes observarlos desde una distancia de 400 metros. La reserva natural tiene un recorrido planificado para poder ver estas aves con prismáticos. La laguna tiene una longitud de 7,5 kilómetros y una anchura de 2,5. Como es muy larga, hay muchos pueblos a su alrededor. Este año la profundidad del agua es de unos 50 centímetros, ideal para que las grullas puedan dormir en ella y así escuchar los depredadores que se acercan por la noche. Esta es la laguna natural más grande de la Península Ibérica.

Cogimos de nuevo el autobús para ir a Tornos. Como hacía un tiempo estupendo, pudimos comer al aire libre y aprovechar para comentar todo lo que estábamos viendo en la excursión. Después del descanso nos dirigimos a otra pequeña laguna, Zaida, para aprovechar el atardecer y ver cómo las grullas sobrevolaban en bandadas; allí hicimos algunas fotos. Finalizamos nuestro recorrido en el centro de interpretación donde nos pusieron una documental que resumía todo lo que los guías nos habían contado. En el centro de interpretación también había un pequeño museo interactivo en el que pudimos seguir adquiriendo más información sobre la fauna y flora de la laguna. Pasadas las cinco de la tarde salimos hacia Zaragoza, cansados y con ganas de contar a nuestra familia la bella experiencia vivida.