Casi 44 años después de su muerte, quedan pocos días para que Francisco Franco salga de su tumba. El largo y complejo procedimiento del Gobierno para sacar los restos del dictador del Valle de los Caídos dio este viernes su penúltimo paso. El cadáver saldrá de su actual tumba de Estado, en un mausoleo bajo una cruz de 150 metros de altura, y será reinhumado en el pequeño cementerio de Mingorrubio, en El Pardo (Madrid), antes del 25 de octubre, a las puertas de la campaña electoral.

Despejada la vía judicial, una vez que el Tribunal Supremo le dio la razón en todo frente a los nietos de Franco, el Gobierno evitó poner fecha al traslado del cadáver, optando por una horquilla, porque necesita «tener el Valle de los Caídos cerrado, con las condiciones técnicas adecuadas», dijo la vicepresidenta, Carmen Calvo. Aunque el límite temporal se sitúa en el 25 de octubre, lo más probable, explican en la Moncloa, es que la salida de los restos se produzca entre el 18 y el 22. El Ejecutivo quiere darse tiempo. Las actuaciones para la exhumación comenzaron ayer por la tarde, cuando el Ejecutivo cerró el Valle de los Caídos, que permanecerá así hasta que Franco haya salido.

«Lo vamos a hacer con absoluto respeto a los restos y a la propia familia, con la discreción que corresponde -explicó Calvo-. Avisaremos con 48 horas de antelación a la familia del día exacto y la hora, para que puedan asistir si lo estiman oportuno».

Los nietos del dictador podrán estar presentes cuando se abra la tumba en el Valle de los Caídos (que a partir de entonces se deberá convertir en un lugar para «la paz, el perdón y la justicia», dijo Calvo) y también cuando los restos vuelvan a ser enterrados en la cripta de Mingorrubio. Pero no los medios de comunicación, que solo podrán tomar imágenes desde «algún lugar público» de la comitiva que trasladará a Franco.

El Gobierno todavía no ha decidido si transportará el cadáver por carretera o por aire, en un helicóptero. Pero esta última posibilidad, avanzada por EL PERIÓDICO, es la que tienes más visos de aplicarse. Entre el Valle de los Caídos y el cementerio de Mingorrubio hay casi 60 kilómetros de carretera, y el Ejecutivo quiere evitar, sobre todo, protestas de nostálgicos de la dictadura. «Decidiremos el [medio de transporte] que sea técnicamente más seguro y el de menor incomodidad para los ciudadanos», explicó la vicepresidenta.

«NO ERA DIGNO» / «Para el Gobierno es una satisfacción extraordinaria, porque supone cerrar con dignidad, rotundamente, lo que no era digno 40 años después. El Gobierno ha tomado y ha alcanzado esta decisión en apenas 16 meses», continuó Calvo. El Ejecutivo decidió a mediados del pasado marzo que Franco fuese exhumado el 10 de junio. Pero el recurso de la familia, y la decisión del Supremo de paralizar el traslado de los restos hasta que no resolviera sobre el fondo del asunto, provocó que la medida, la más simbólica y la de mayor alcance internacional tomada hasta ahora por Sánchez, tuviera que postergarse. Ahora ya no queda ningún escollo.

El último, muy menor, lo representaba el prior del Valle de los Caídos, el padre Santiago Cantera, que había anunciado que no pensaba autorizar la entrada en la basílica donde se encuentra Franco. Al Ejecutivo nunca le preocupó demasiado este frente. El Vaticano ya había dejado claro que no pensaba oponerse tras conocer la sentencia, dictada por unanimidad, del Supremo. «Esto es cosa juzgada. Final de término. El 25 de octubre los restos de Franco ya no estarán en el Valle de los Caídos», dejó claro Calvo. Poco después, el prior, candidato de Falange en los años 90, dijo que no iba a ofrecer resistencia.

La exhumación llega en un momento muy conveniente para Sánchez. A las puertas de las elecciones del 10 de noviembre, cuando desde Podemos se pone en duda que el presidente en funciones sea en realidad un dirigente de izquierdas, la medida será uno de los activos con el que el PSOE concurrirá a esta cita con las urnas. Mientras observan señales inquietantes sobre el resultado de las inminentes generales, las cuartas en cuatro años, los socialistas confían en su efecto movilizador.