En medio del huracán, en el epicentro de esa turba centrifugadora en la que Diego Ventura convirtió los tendidos del coso zaragozano en el sexto episodio de una tarde larga, interminable, se encontraba el palco de la presidencia.

Su inquilino principal, José Antonio Ezquerra, tiró de temple y se hizo refractario a la locura desatada por las pasiones tirando, seguro, de calibre o pie de rey en la medición de la ubicación del rejón de muerte.

Aunque la plaza crujía, se mantuvo firme y concedió los máximos pero no los máximísimos trofeos.

De acuerdo que Diego Ventura está en otra liga, muy lejos de la propuesta del resto de los rejoneadores actuales, exceptuando a Pablo Hermoso de Mendoza. Por eso el de ayer fue un cartel desequilibrado en el que el contraste resultó excesivamente abultado. Y para algunos apoderados, muy poco estratégico.

A Rui Fernandes, por ejemplo, le sacó los colores el ejemplar que abrió festejo, una máquina de embestir. Inagotable y con una durabilidad sorprendente.

El portugués, que ya no es un niño y atesora dos décadas de alternativa, abusó del kilometraje en las carreras sometiendo al toro no solo a dos rejones de salida sino durante toda la lidia a un sinfín de carreras innecesarias, como dejando el momento de los embroques en un segundo plano.

Quizá alcanzó su instante más puro quebrando a caballo parado. Falló con el rejón final.

Con su segundo se puso todavía más pesado.

Muerto en pie

La buena, muy propicia corrida de Ángel Sánchez, tuvo el desdoro del quinto, que se derrumbó hasta el punto de tener que ser apuntillado en el mismo ruedo. Andy, sin opciones.

Antes había mostrado su perfil vibrante, populista y de toreo de gran consumo que es sello definitorio de su carrera. Mal con el rejón, perdió posible recompensa.

En otro plano muy distinto, Diego Ventura salió muy motivado en su primero. Encontró toro en todos los lugares sacrificando terrenos, ortodoxia y una cabal arquitectura de faena en pos de la efectividad de lo inmediato.

Clavó de salida sorteando los arreones de un toro que remataba sus viajes por encima de la grupa, entregó a su montura Lío a unos terrenos muy comprometidos, echándolo literalmente encima del toro y terminó de reventar con Remate en tres banderillas cortas antes del rejonazo.

Las dos orejas ya ganadas aportaron más sosiego a su segunda labor. En ella hubo de aplicar ciencia ante un toro paradote. Entonó a lomos de Bronce, revolucionó de nuevo el auditorio montando al espectacular Gitano, ensayando banderillas al violín tras un quiebro y desató los ánimos cuando Dólar, sin cabezada, fue despacito al toro, se frenó y desde la posición de parado arrancó para dejar el par.

El rejonazo final convirtió el garito en un manicomio y la petición de rabo se hizo rotunda por aclamación.

No se atendió pero Ventura, desde su universo propio, miraba ese submundo en el que habitan jinetes, sí, mas sin el carisma y la personalidad arrolladora de un centauro que con su gloria borra lo que de pueblerino puede tener a veces un espectáculo en el que la mayor parte del tiempo se invierte en mendigar ovaciones antes y después de lo que verdaderamente se sustancia.

La corrida de mañana

A partir de las 18.00 horas se van a lidiar toros de la divisa salmantina de El Pilar para una terna en la que figuran tres toreros aragoneses. Abrirá cartel Ricardo Torres a quien acompañarán el ejeano Alberto Álvarez y el pedrolano Imanol Sánchez. La empresa, en una iniciativa inusual y novedosa, ha dispuesto que todas aquellas mujeres que se llamen Pilar y así lo acrediten tengan acceso gratuito al festejo.