A Beatriz García le detectaron cáncer de mama en el 2016. Jamás olvidará la fecha en la que le confirmaron el diagnóstico. «Era mi cumpleaños, el 29 de junio», recuerda. A partir de aquel momento todo fue muy rápido y la situación avanzó de tal manera que le intervinieron los dos pechos. «Me había hecho una mamografía en marzo y no había salido nada. Sin embargo, unos meses después me noté un bulto y fui al ginecólogo. Al principio me comentó que quizás fuera un quiste, pero en la ecografía se vio que tenía una pinta rara y la biopsia confirmó la noticia», explica García.

Le operaron en el hospital Clínico de Zaragoza de un pecho, mientras que en el otro vieron «un principio de algo» que, finalmente, llevó también a la intervención. «Me hicieron pruebas y no es genético, pero fue horrible aquel momento, te deja en shock y no te lo crees. Te ves joven, con dos niños, y te empiezas a obsesionar con el tema y los malos pensamientos», cuenta.

Se sometió a radioterapia y acaba de terminar la quimioterapia y forma parte, desde hace un año y medio, de un ensayo clínico preventivo. De este modo, García toma un tratamiento hormonal que dura 5 años y, al mismo tiempo, lo compatibiliza con su tratamiento actual.

Fue su oncóloga la que le ofreció la posibilidad de participar en el ensayo. Beatriz no se lo pensó. «Tengo confianza plena en ella y me dijo que era algo bueno para mí y para las futuras pacientes», dice. Los efectos secundarios derivados de la combinación de su tratamiento hormonal con el ensayo no frenaron sus ganas por participar. «Me dijo que me iba a compensar y, actualmente, me encuentro muy bien», cuenta.

«La unión de ambos hace que sea más difícil que la enfermedad vuelva. La meta y lo que se quiere buscar es que, con el tiempo, se de la posibilidad de que la paciente solo tome el hormonal», explica.

En el ensayo clínico no puede participar cualquier paciente, sino que esta debe cumplir unas condiciones. «Por desgracia nos toca vivir esto, pero si participando en este tipo de proyectos podemos arrojar un poco de luz en la investigación estoy contenta de participar», dice.

Beatriz asegura que se siente «bien», aunque «un poco floja» por el tratamiento. «Te bajan mucho las defensas, me noto cansada y a veces tengo cierta ansiedad, pero bueno me cuido. Llevo buena alimentación, camino mucho y me voy sometiendo a las revisiones y citas que me piden», explica la aragonesa.

Sus hijos tenían 6 y 9 años cuando le diagnosticaron el cáncer. Ellos, junto a las psicólogas de la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC) en Aragón, fueron su «luz» para superar el bache. «Sentía mucha tristeza, pensamientos negativos... Ellos estuvieron desde el minuto uno a mi lado, me sentí apoyada y tremendamente arropada», recuerda.

CHARLAS EN COLEGIOS

Cada 20 días se somete a una análitica y toma una pastilla al día durante 21 días seguidos y descansa siete. «Cada tres meses tengo visita por el tema del ensayo. Me dicen cómo me encuentro, me someten a una analítica tumoral y, de momento, todo está bien», dice García.

«Hasta que no te toca algo así no te das cuenta de lo que importante que es la investigación», asegura. «De momento, este medicamento que ahora me está beneficiando a mí ya fue aprobado antes porque otras mujeres participaron o colaboraron. Es un trabajo en equipo», cuenta.

Entre los efectos secundarios, tiene los huesos «algo tocados» y una menopausia que se le aceleró y adelantó por el tratamiento. En este camino ha conocido a muchas compañeras, pero cada caso «es un mundo», dice. «Me relaciono con muchas chicas que tienen o han tenido cáncer, las he conocido en el Clínico», explica Beatriz.

Gracias a la AECC en Aragón, ella ha tenido la oportunidad de dar alguna charla en institutos o centros educativos relativa a la prevención y el cáncer. «Al principio me daba algo de vergüenza, pero los chicos quedaron contentos y creo que es muy positivo que la gente joven esté al corriente de estas cosas», concluye.