El 10 de noviembre pasado escribí un artículo dedicado a la Fundación. Hoy pretendo recapitular algunas de sus actividades; anunciar que el próximo año 2021 celebraremos por todo lo alto sus 25 años de excelentes trabajos y aprovechar la ocasión para reflexionar someramente sobre lo que debe seguir significando la Fundación, para Albarracín y su comarca, para Teruel y para Aragón. Sin olvidar que estamos hablando de una de las mejores fundaciones de España en términos, si me permiten decirlo así, de calidad-precio. Además, hoy escribo como presidente, recién elegido, de su Patronato, con el ánimo de continuar la labor desarrollada en los 16 años que ya ejercí dicha función.

La Fundación Santa María ha llevado a cabo 30 restauraciones arquitectónicas de primer nivel; entre ellas, los monumentos más destacados de Albarracín: la catedral, el palacio episcopal, el castillo principal, iglesias, ermitas y otros edificios civiles. Además, se han restaurado más de 1.500 bienes muebles de diferente naturaleza y han pasado por Albarracín casi 1.600 restauradores profesionales. En Albarracín existe un reconocido centro de restauración, dependiente de la Fundación, que representa en buena parte el futuro de la misma y que no limita sus actuaciones a la ciudad. Restauró, por ejemplo, el retablo de la iglesia de San Pedro de Teruel y se están definiendo fórmulas de cooperación con la Fundación Tervalis de Teruel, que se podrían hacer realidad cuando cuenten con la aprobación de los respectivos patronatos. No en vano la colaboración de ambas fundaciones será fiel reflejo de la coincidencia histórica en la denominación de la diócesis: «Teruel y Albarracín». Además, con las restauraciones se ha dotado a la ciudad de Albarracín de inmejorables infraestructuras culturales que la han dinamizado económica y socialmente, y donde se organizan cursos de historia, música, fotografía, pintura, literatura, etc. Sin olvidar otras muchas actividades organizadas por diferentes entidades e instituciones, con apoyo de la Fundación.

Por todas estas razones y otras que los viajeros encontrarán en Albarracín cuando la visiten, recomiendo que se organicen peregrinaciones a la ciudad y comarca, para comprobar sobre el terreno cómo se hacen las cosas en Aragón y en Teruel; y recordar que la Fundación es obra del gobierno de Aragón -Santiago Lanzuela fue el primer presidente de su Patronato- y es el patrono que más medios económicos aporta y ha aportado siempre a la fundación. Agradezco a la consejera Mayte Pérez, también miembro del Patronato, la importante aportación económica de este año. Y al vicepresidente Aliaga, su compromiso con los fastos del 25 aniversario.

Otras administraciones, como la Diputación de Teruel y el Ayuntamiento de Albarracín, el Obispado y la siempre dispuesta Fundación de Ibercaja, forman parte del Patronato. Algunas empresas y entidades colaboran puntualmente en actividades concretas, lo que me permite, en mis funciones recaudadoras como presidente, hacer un llamamiento a todas aquellas entidades, empresas y particulares que quieran incrementar su autoestima, para que colaboren, con sus aportaciones y proyectos, en el buen hacer de un modelo de gestión como el que realiza la fundación bajo la batuta de su gerente Antonio Jiménez.

Somos muchos los turolenses que estamos hartos de que se trate a Teruel, desde dentro y desde fuera, como una especie de ‘inframundo’, poblado, eso sí, de personas cuya simpatía y humilde condición nos hacen merecedoras del cariño de los españoles. Cuando la realidad es otra muy distinta que no puede cambiarse por muchas veces que se repita una mentira.

En la provincia de Teruel hay muchos ejemplos, públicos y privados, como la Fundación Santa María, que han puesto a Teruel en el mapa económico, social y cultural. Muchos árboles bien arraigados que de unos años a esta parte han crecido tanto que a algunos no les deja ver el bosque. Teruel es hoy fruto, casi exclusivo, de los turolenses más emprendedores y del gobierno de Aragón.

Ningún gobierno de España hará nunca ni la mitad de lo que la idea de autonomía ha hecho por esta tierra. Reconocerlo así sería una buena idea que nos alejaría del pesimismo reinante. Y la Fundación Santa María de Albarracín un buen ejemplo de ello.