Por el propio peso de los años, el diseño de sus plantillas, su estilo en las negociaciones y las características de sus fichajes, el método que Lalo Arantegui imprimió a la dirección deportiva del Real Zaragoza había dejado de tener recovecos ocultos. Era ya un asunto ampliamente conocido, con las líneas generales perfectamente definidas y a ojos vista de cualquier observador. Fe absoluta en los mejores valores de la Ciudad Deportiva, con el empujón necesario hasta el primer equipo y un formato de contratos con cláusulas elevadas con un doble objetivo: su blindaje y que la SAD tuviera la sartén por el mango en los procesos negociadores. Contratación habitual de jugadores en propiedad de mercados secundarios, Ligas exóticas o de inferior nivel a la Segunda con la esperanza de hacer patrimonio. Y apuesta obligada por las cesiones de delanteros de clubs de Primera sin sitio, jóvenes en su mayoría, con hambre y la necesidad de reivindicarse para ganarse un lugar donde se lo estaban negando.

De Miguel Torrecilla solo conocíamos cómo había trabajado en los equipos en los que había estado anteriormente. Estos días estamos empezando a comprobar por dónde le hincará el diente al mercado en sus primeros movimientos en el Real Zaragoza. El fichaje de Juan Ignacio Martínez ya anticipó su táctica. Un viejo conocido suyo, un entrenador veterano, gran motivador y experto en resolver situaciones complejas. Mantenían ese patrón el que finalmente puede ser su primer fichaje, el central Peybernes, al que llevó al Sporting, y el que iba a ser su otra adquisición inminente, René, sustituto elegido para Ratón hasta que dejó de serlo por razones no deseadas. 30 y 37 años. Como también responde a ese modelo Álex Alegría, delantero de 28 al que ya firmó en Gijón y luego le dio toda su confianza en el Betis.

El perfil es nítido. Jugadores expertos, maduros, hechos y con conocimiento de la competición. Pocos experimentos. Futbolistas para un espacio de tiempo corto, seis meses, y con un objetivo también de cortísimo plazo: la permanencia. Ahora, el principal y único trabajo de Torrecilla es subsanar los desperfectos de la plantilla que heredó, muy especialmente en el ataque, y ayudar con su acierto a que el Real Zaragoza continúe en la categoría. Está ante un importante desafío, como lo era la elección de su primer entrenador. Por la coyuntura económica, en su mano solo está darle pequeños remiendos al grupo pero cuya influencia debe ser notoria. Este no es su primer proyecto. Para el primer proyecto con su puño y letra habrá que esperar al desenlace de esta temporada y al próximo verano.