Nunca debió pasar tanto tiempo desde la última vez que el Real Madrid rindió visita a La Romareda. Casi siete años es una eternidad cuando se malvive en el infierno de una Segunda División abrasadora y de la que, al fin, parece existir un plan de huida para un Real Zaragoza que sueña con dejar de soñar. Eso, el regreso a su espacio natural, es el único objetivo posible de un conjunto aragonés que interrumpe la misión especial para reencontrarse con un viejo conocido al que solía amargar la existencia. También en Copa, el escenario que ahora vuelve a reunirlos. Aquel 6-1 de hace 14 años ocupa un lugar preferencial en el corazón de un zaragocismo ávido de convertir lo extraordinario en habitual. Como lo fue siempre. Como debe ser.

Vuelven a verse las caras dos de los clubs con más entorchados coperos. Aunque en mundos opuestos en la actualidad. El Real Madrid, líder de Primera y conquistador de cuatro de las seis últimas ediciones de la Liga de Campeones, afronta el envite dispuesto a aplicar la ley del más fuerte y conseguir el pase a cuartos. En el mejor momento de la temporada. el cuadro de Zidane no está para bromas. Ni para fiestas. De hecho, el Real Madrid se toma muy en serio un partido en el que tiene poco a ganar y mucho a perder. Porque ser apeado por un equipo de Segunda División, aunque sea un histórico como el Zaragoza, provocaría temblores de consideración en el Santiago Bernabéu.

En cambio, para el Zaragoza la cita es una fiesta. O debe serlo. La Copa ni se tira ni se desprecia y así lo ha dejado claro Víctor Fernández en numerosas ocasiones. Pero es una cuestión de prioridades y para los aragoneses solo hay una: el ascenso. Por eso, el partido importante de la semana es el domingo en Cádiz, ante el actual líder de la categoría y del que el Zaragoza podría quedarse a solo tres puntos en caso de victoria cuando hace nada la diferencia entre ambos era de 12.

Así que está claro cuál es el blanco. El Zaragoza deposita los cinco sentidos en la Liga, pero no está dispuesto a renunciar a nada. Y menos en una competición que ha dado grandes momentos al club. Y nadie sabe de eso más que Víctor, que pregona a los cuatro vientos que el todopoderoso Real Madrid se verá las caras con un equipo competitivo. No estarán, eso sí, pilares básicos cuyo concurso es esencial el fin de semana y a los que el técnico no expondrá al mínimo riesgo salvo que sea estrictamente necesario. En ese escenario se sitúan Cristian Álvarez, que ocupará plaza en el banquillo para que Ratón siga siendo el portero de la Copa, o Luis Suárez, lo que provocará que Ratón o Linares tengan continuidad como personajes principales en la competición. Junto a ellos, más de lo mismo. Delmás y Clemente ocuparían los laterales, con Grippo, otro de los habituales en Copa, en el centro de la retaguardia junto a Atienza o Guitián, con más opciones para el cordobés.

El centro del campo es la zona más problemática como consecuencia de la lesión de Ros, que iba a jugar seguro y que obligará a Víctor a recurrir a uno o dos titulares. Entre James, Eguaras y Guti se jugarán los dos puestos en el eje de la medular, mientras que Álex Blanco parece destinado a uno de los costados. En el otro, quizá sea el turno de Pereira, que, una vez culminado su periodo de adaptación y el plan de preparación dispuesto por el cuerpo técnico, ya debutó el pasado sábado ante el Numancia. Si juega, lo hará, previsiblemente, desde el costado derecho del ataque.

El que seguró que saldrá en la foto será Kagawa, que no participó en el último encuentro liguero y que ejercerá en la mediapunta justo por detrás de la referencia ofensiva del Zaragoza. El japonés, que acaparará focos y planos, se sitúa ante el mejor escenario posible para reivindicarse y, tras dar muestras de recuperación en los últimos encuentros, afronta su gran oportunidad para dar el paso que se le reclama.

El Real Madrid, por su parte, llega a Zaragoza en el mejor momento de la temporada. Líder en solitario de Primera División, el conjunto de Zidane ha experimentado una profunda transformación en los últimos meses para convertirse en un ejército poderoso. Además, la Copa se le resiste. Solo ha conquistado el torneo tres veces en 30 años y, por eso, Zidane no concederá facilidades y piezas básicas como Carvajal, Varane o Kroos podrían ser de la partida. Pasen y vean. Comienza la fiesta.