La mayoría de embutidos están envueltos con una 'pielecilla' de diferentes características en cuanto a grosor y textura. En algunos casos, el producto se adquiere sin esta cobertura, por lo que no hay lugar a debate. Pero, en otras ocasiones, como ocurre con el fuet, la piel está presente y bien visible para todos, lo que da lugar a la eterna pregunta: ¿se puede comer o se debe quitar?

En esta cuestión, la sociedad española se divide en dos grupos: los que optan por dejar la cobertura en su sitio y comérsela, y los que no terminan de encontrarle la gracia y toman el fuet despellejado. Los motivos de cada bando son variados y su factor común es la duda sobre si la piel es buena o no para la salud.

Esta capa exterior que forra los embutidos secos se genera durante el proceso de curado y secado de los mismos. Aunque su fórmula puede estar formada por diferentes compuestos, los más habituales son proteínas, grasas y aditivos que ayudan a preservar el alimento. De cualquier modo, el etiquetado del producto debe especificar los ingredientes de la piel blanca y toda la información pertinente al respecto.

¿Hay que quitarle la piel al fuet antes de su consumo?

Como norma general, no, no es necesario pelar el fuet antes de comérselo. El consumo de la capa blanca no suele ser perjudicial para la salud, sino que es perfectamente comestible, y esto vale también para los celíacos. Por lo tanto, la decisión de quitar la piel antes dependerá de los gustos y preferencias de cada uno, o de si el etiquetado marca que la cobertura es sintética y no natural, por lo que habría que desecharla.