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La comisión del 11-M ha de salir de la trampa estúpida de quién manipulaba a la opinión pública y dedicar su esfuerzo a lo que más importa: los fallos de seguridad que condujeron a la tragedia

La comisión de investigación del Congreso de los Diputados sobre los terribles atentados del 11 de marzo debería establecer los fallos que se hayan producido en el desarrollo de los acontecimientos que condujeron a esta tragedia. Por importante que parezca, lo ocurrido en los dos días posteriores y el propio día 14, tiene menos trascendencia respecto de las amenazas que pesan sobre nosotros y la forma de combatirlas.

Para que nadie se ofenda conviene aclarar que un hecho de estas características podría haber ocurrido con cualquier gobierno. Baste contemplar la sucesión de atentados que se siguen produciendo en diferentes lugares del mundo, con sistemas democráticos o dictatoriales, con culturas de base cristiana o musulmana, con sociedades abiertas o cerradas.

Esta consideración no nos exime de la responsabilidad fundamental. Analizar lo ocurrido y dilucidar qué se pudo haber hecho y no se hizo, para mejorar en todo lo posible las condiciones en que tenemos que enfrentar este desafío que no se acaba. Se lo debemos a las víctimas, a sus familiares, a la sociedad conmocionada y a un futuro más seguro.

¿COMO SALIR DEeste dramático guirigay que con frecuencia nos ofrecen declaraciones encontradas que desvían la atención de los objetivos principales de esta investigación clave?

Como precedente, habría que tener presente el trabajo de la Comisión del 11-S del Congreso de Estados Unidos. Está publicada y, ¡sorpresa editorial!, su número de ventas es espectacular. Su interés ha rebasado el ámbito de especialistas, responsables políticos y mediáticos, para llegar a un número importante de ciudadanos. No han dedicado esfuerzos a imputar responsabilidades políticas cruzadas de unos contra otros. Se han centrado en desgranar los fallos que hicieron imposible evitar la catástrofe, tanto policiales como de servicios en todos los niveles. Naturalmente, en la bóveda de todo el edificio se encuentra la política y sólo desde ésta se hubieran podido y se podrán introducir las correcciones para disminuir los riesgos del terrorismo.

AQUI LO ESTAMOSviviendo de otra manera, aunque, pese a todo, los avances de la comisión serán muy útiles para su verdadera finalidad esclarecedora de los fallos de prevención y control de esta forma de violencia criminal. El motivo principal de la confusión nace del hecho electoral. O si prefieren, de la incapacidad para aceptar el resultado de las urnas. Tras una aceptación formal, el ritornelo de la deslegitimación de la decisión ciudadana no cesa. Por eso, el máximo empeño de los perdedores en las urnas es encontrar una explicación a su derrota en lo ocurrido entre el 11 y el 14 de marzo. El acompañamiento de su coro disparatado de corifeos mediáticos contribuye a la creación de un ambiente enrarecido sobre lo que pasó. Incluso la presencia del entonces presidente del Gobierno en la comisión se exhibe como si fuera una amenaza. Como el temible momento en que se va a conocer la verdad. Vale decir que los anteriores no la mostraron o que esta verdad sorprenderá a tirios y troyanos porque nos dará claves desconocidas hasta hoy.

ESTARIA BIENque esto fuera así, que supiéramos más y mejor qué antecedentes condujeron a la catástrofe del 11-M. Pero parece más probable que se refieran a la verdad que les sigue obsesionando: ¿quiénes y de qué manera manipularon a la opinión pública en los días 12 y 13 de marzo para llegar al resultado del 14? Paradójicamente, lo ocurrido en esas horas posteriores al 11 de marzo, es lo más claro en la perspectiva actual. Si alguien confundió o manipuló a la opinión pública --con intención o sin ella--, atribuyendo empecinadamente la autoría de los hechos a ETA y no a los verdaderos responsables de la masacre, fue el Gobierno.

Aunque esta circunstancia es menos transcendente para la lucha contra amenazas tan serias como las que siguen pesando sobre nuestra realidad, que averiguar las carencias de nuestra seguridad, siguen empeñados en demostrar lo contrario de lo que los hechos --no las opiniones de cada cual-- han dejado como evidencias. Es decir, que los que afirmaron --primero con precaución y después con mayor seguridad--, que los autores del atentado eran terroristas internacionales, siguen siendo acusados de manipular a la opinión, mientras que los que mantuvieron, interna e internacionalmente (hasta en el Consejo de Seguridad de la ONU), que la autoría era de ETA, se atuvieron a la verdad. El mundo al revés.

Pero como lo que importa es salir de esta trampa estúpida y ganar espacio para la eficacia frente a la amenaza, podríamos convenir en darles la razón, contra toda razón. Ustedes decían la verdad y los demás mentían con aviesas intenciones. No insistan. Quédense con su verdad, que no modificará jamás el hecho comprobado de la autoría del atentado que niega esa verdad suya.

Esta sería la primera conclusión de la comisión de investigación y podríamos dedicar el esfuerzo a lo que más importa: Los responsables de la comisión no creen relevante para la investigación seguir discutiendo sobre quien mentía y quien decía la verdad sobre las informaciones a la opinión pública en los días posteriores al 11 de marzo.

LA SEGUNDAconclusión debería ser la constatación de que hemos sido atacados por el terrorismo internacional en una de sus más sangrientas operaciones y que ETA, que sigue siendo una amenaza para nuestra seguridad, no era la autora de los atentados del 11 de marzo.

Si los comisionados del PP siguen afirmando, ayudados por sus corifeos mediáticos, que detrás de los acontecimientos hay una verdad oculta, que sólo ellos están dispuestos a esclarecer, la función de la comisión de investigación se hará más difícil y sus resultados --al menos para la parte de la opinión pública que se traga sus mentiras-- poco creíbles.

La comisión debe completar su trabajo ayudando la seguridad contra el terrorismo, mediante un diagnóstico objetivo en el que pueden estar de acuerdo todos, incluidos los comisionados del PP.

*Expresidente del Gobierno.

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