El Ayuntamiento de La Muela sigue recalificando suelo. Bajo la presidencia de una alcaldesa imputada por múltiples delitos y con un concejal de Urbanismo implicado también en el cúmulo de irregularidades destapadas por la Operación Molinos, la localidad vive una situación más que anómala. Ha dimitido parte de la corporación, la oposición que aún se mantiene en activo debe pelear por conseguir alguna información de lo que se cuece en la Casa Consistorial y todos los datos permiten indicar que María Victoria Pinilla se ha determinado a dejarlo todo atado, o sea, a exprimir La Muela hasta el final. La situación será todo lo legal que se quiera, pero es absolutamente anómala. Una actitud como la de Pinilla rompe todas las reglas del juego; esas reglas no escritas que cualquiera da por supuestas. Cuando el sumario de La Muela acumula ya 60.000 folios, la continuidad en el cargo de la alcaldesa es una anomalía insufrible. El hecho de que, además, siga tramitando a toda velocidad suelo edificable como si nada hubiera pasado rompe cualquier esquema previo. Los paralelismos con Marbella se intensifican. ¿Seguro que las instituciones de nivel superior no pueden más que contemplar impotentes el desaguisado?