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Editorial

El excesivo optimismo de Rajoy

Mariano Rajoy ofreció ayer su rueda de prensa semestral en la que, como colofón del curso político, dibujó un panorama económico excesivamente optimista. Pese a que reconoció que buena parte de la sociedad aún no ha notado la recuperación, no dudó en certificar que el crecimiento "ha venido para quedarse". En apoyo de su tesis apeló al FMI y a la UE, que están revisando al alza las previsiones e incluso anunció que al regreso de las vacaciones el Gobierno hará lo mismo. La macroeconomía, sin embargo, no debe nublar la realidad. España crece y el desempleo empieza a menguar, e incluso se crean puestos de trabajo netos, pero no debemos olvidar sobre qué bases crecemos. Si es posible crear empleo con las cifras aún débiles de incremento del PIB es porque la ocupación es muy precaria y en sectores de escaso valor añadido. Nuestra capacidad exportadora se ha incrementado durante la crisis y la devaluación interna de costes salariales nos ha hecho más competitivos. Pero el sufrimiento de los españoles no se puede obviar. El número de parados de larga duración sigue siendo lacerante y nadie sabe cómo gestionarlo, y, mientras, cada mes son más las personas que pierden el derecho al subsidio. La tendencia a la expulsión del sistema de las clases medias y de jóvenes sobradamente preparados que aquí no encuentran oportunidades no se detiene y augura nuestras carencias de futuro. Los recortes en el Estado del bienestar han sido profundos y nada hace pensar que esto se revierta. Nuestra deuda pública sigue creciendo y está a punto de situarse en el 100% del PIB, unas magnitudes que lastrarán nuestro futuro aunque ahora la deuda se esté colocando en los mercados a interés muy bajo. Con este panorama, Rajoy justificó la reforma fiscal de Montoro. A bombo y platillo, el Gobierno vende una rebaja impositiva que, en el mejor de los casos, supone un retorno de una tercera parte de la presión fiscal que el PP ha incrementado desde el 2011. Pese a tener unos tipos entre los más altos de Europa, logramos una recaudación inferior a la media, fruto de un inmenso fraude fiscal y de unas deducciones desorbitadas de las que se benefician los que más deberían contribuir. Por mucho optimismo que el Gobierno despliegue, la rebaja fiscal solo podrá compensarse con nuevos recortes que afectarán a los servicios básicos y a los que más los necesitan, y no ayudará a crecer de forma más sana.

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