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SENTIDO COMÚN

Samuel Barraguer

Política extramuros

Es lo que tiene hacer política a base de titulares. Aunque se solemnicen ante un foro como el Congreso de los Diputados, ya no los compra casi nadie. Ni siquiera los compañeros de escaño, como la vicepresidenta de la cámara, Celia Villalobos, más ocupada en jugar al Cundy Crush --o en leer plácidamente la prensa, tanto da--- que en seguir la sesión parlamentaria. Hace ya tiempo que el Debate sobre el Estado de la Nación dejó de ser una cita de altura. Sus participantes repiten mantras manidos y dejan a un lado la imposible tarea de convencer con argumentos al rival político. Si por la inminencia de las elecciones, el debate ha dado alguna vez para algún hallazgo en forma de propuesta novedosa, esta ha sonado a extravagancia o a farol, dado el poco crédito del que ante la sociedad gozan, CIS mediante, sus señorías. Así que, poco a poco, se ha ido cocinando un caldo de cultivo propicio para que el interés ciudadano y mediático se traslade extramuros del Congreso. En concreto, a 400 metros, que es donde Pablo Iglesias se autoproclamó jefe de la oposición. Pero no fue el único. En Zaragoza y lejos del mesiánico estilo del líder de Podemos, el presidente de Ciudadanos, Albert Rivera, exprimió esa pose suya de yerno perfecto y embelesó a un auditorio a reventar. Ambos también venden titulares, pero algo gordo falla en la política de toda la vida, cuando a dos advenedizos les basta su imagen y una estupenda estrategia comunicativa para conquistar los expectantes corazones de los ciudadanos. Periodista

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