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Tres en uno

Daniel Gascón

La derecha, la izquierda y la sobreactuación

La crisis de la socialdemocracia, que tanto nos dio que hablar, se debía en parte a su victoria. Muchos de sus principios eran generalmente aceptados. Se hablaba de rearme ideológico, de la necesidad de afrontar las transformaciones económicas para conservar la idea de la protección a los débiles, del final de la coalición de profesionales liberales y obreros industriales que la había sostenido. Luego el problema programático es menos urgente cuando llegas al poder: conservarlo es lo principal, ya veremos luego para qué.

El énfasis en la crisis de la socialdemocracia ocultó los problemas del centro derecha. Estas semanas hemos visto una dinámica que puede prolongarse toda la legislatura. Discutir sobre cosas nimias o debates inventados que benefician sobre todo la confrontación y la postura moralizante: el caso Dreyfus de la semana. Otros asuntos más decisivos y técnicos -como la subida del salario mínimo- ocuparán menos espacio. El debate en torno a ellos no estará exento de los mismos aspectos de moralización y brocha gorda.

Como ha explicado Carlos Prieto, en esa guerra cultural los intereses de Vox y del PSOE coinciden. (Escribir guerra cultural ya te deja un poco fuera: quienes están realmente implicados en el debate hablan de principios, nos jugamos la democracia en cada curva.) El PSOE se apropia de un consenso en buena medida transversal y Vox encabeza la contestación reaccionaria. «Si la educación sexual en las aulas fuera el único tema de debate en las próximas elecciones, ¿de qué lado se pondría usted?», escribía Prieto. «¿Con los que dicen que los niños nacen tras el acto sexual o con los que dicen que los niños vienen de París subidos en cigüeñas?»

Mientras Cs anda descabezado y muestra una clara tendencia a orillar a sus figuras más brillantes, acaso con la idea pasmosa de que la persistencia en el error es el camino hacia el acierto, el PP parece incapaz de encontrar un discurso propio entre las dos sobreactuaciones. Quizá, como ha escrito Jorge del Palacio, una parte de la respuesta no esté en esta versión recalentada de conflictos estadounidenses basados en la lógica de la polarización, sino en la «capacidad de hacer suya la realidad» y el conocimiento de la propia tradición: discutir sobre hechos y políticas y no sobre hombres de paja. Resulta más fácil decirlo que hacerlo: ya habido pactos, están el temor al crecimiento de Vox, la sensación de que pueden necesitarlos en el futuro y el esfuerzo de algunos sectores por convertir a toda la oposición en sucursal de la ultraderecha. Pero es importante, también para quienes tienen una ideología distinta, que la derecha conservadora mantenga una identidad propia frente a la derecha reaccionaria. H @gascondaniel

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