Hace unas pocas semanas, cuando le preguntaron a Joe Biden si creía que Vladimir Putin (en alusión al atentando contra Navalny) era un asesino, el presidente de los Estados Unidos repuso: . Hoy, sin embargo, Biden ha llamado por teléfono al asesino para rebajar la tensión en sus respectivos países, USA y Rusia. Tensión que crece día a día, tanto por las condiciones en las que está encarcelado Navalny como por los movimientos militares del Ejército ruso en la frontera de Ucrania. Y también, desde luego, por la constatación en Praga de que todos sus diplomáticos son espías al servicio de su imperio.

Desde occidente, Rusia sigue viéndose como un agujero negro sin identificar en el universo democrático. Ya en su época, Churchill ironizó diciendo que Rusia «era un acertijo envuelto en misterio dentro de un enigma». Los grandes escritores rusos, Tolstoi, Dostoievski, Chéjov, Turguénev y tantos otros trataron de desvelar el «alma rusa». Si lo consiguieron o no es algo que una traductora, escritora y periodista española, Sara Gutiérrez, ha tratado de resolver en El último verano en la URSS.

Concebido a modo de un particular «diario de viaje», sobre la base esquemática de la crónica periodística, este libro va ganando página a página en densidad hacia un horizonte colectivo, ancho y profundo. A medida que la autora va echando la sonda hacia el interior de esa «alma rusa» siempre en penumbra, distintas facetas de su espiritualidad, salvajismo, superstición, inocencia, gregarismo, heroísmo, la particularidad, en suma, de los rusos, se nos irá desvelando como entre las sombras de un teatro chino.

Tendremos a menudo, como la propia autora, la impresión de que, en esos trenes que avanzan por las estepas, o caminando sobre las heladas aceras de Moscú algo encontramos, pero a la vez todo se nos escapa y nuevos y oscuros presentimientos nos acechan. La prodigiosa capacidad de observación de Sara Gutiérrez, su conocimiento del país, de su lengua e historia ejercen como una linterna para alumbrar al lector entre la tormenta espiritual de este pueblo de verdugos y místicos, zares y campesinos, espías y poetas. Parecido al español, según algunos, o a un trozo de cielo derritiéndose al fuego… Viajen con Sara Gutiérrez al último verano de la URSS, antes de soportar los inviernos de Putin.