El nuevo ciclo Aragón de novela, de la Fundación Ibercaja, ha concluido con un muy estimulante resultado. Más de un millar de personas ha asistido a conferencias en las cuales la literatura y la historia se han dado la mano para profundizar en la historia de España, en la de la Corona de Aragón, en la Zaragoza visigoda o renacentista, en nuestros grandes escritores olvidados, en nuestras raíces y sueños.

En la última jornada, tras la conferencia, realmente magistral, de Fernando Martínez Laínez sobre las revueltas militares en el Aragón del XIX, planteé al ponente la paradoja que, desde mi punto de vista, se produjo entre aquella España, la de Carlos IV y Fernando VII, monolítica en su monarquía, y la revolución de los virreinatos españoles devenidos en nuevas repúblicas al otro lado del Atlántico. ¿Por qué aquí la historia de detuvo y allá se disparó? La respuesta de Martínez Laínez apuntó a la invasión francesa como elemento disuasorio de cualquier cambio revolucionario o liberal en suelo español. Si aquellos franceses al mando de Napoléon, debieron pensar muchos de nuestros paisanos de entonces, arrasaban cuanto se les ponía al paso, violaban a las mujeres, mutilaban a los prisioneros, profanaban el sepulcro de los Reyes Católicos, ¿qué justicia o bienestar se podía esperar de ellos?

Este grave tema de fondo aparece también en la nueva y extraordinaria novela de Domingo Buesa, 'El retrato de la madre de Goya'. Una exhibición de rigor, buen gusto y talento que coloca a su autor entre los mejores autores de la novela histórica española.

La figura de Goya, protagonista de la trama, discurre por los grandes caminos de La Ilustración, la Guerra de la Independencia, el regreso del rey felón, la aventura de Riego y cuantos decisivos episodios se encadenaron en España hasta la muerte en Burdeos de nuestro genial pintor.

Los lectores descubrirán en la novela de Buesa, además de un profundo retrato psicológico de Goya y de los grandes personajes que le acompañaron, una Zaragoza ilustrada, la del siglo XVIII, descrita hasta en sus más minuciosos detalles; un Madrid, el de la Corte, pleno de intrigas; y, volviendo a la paradoja del principio, el trágico destino de un reino desgarrado por la intolerancia, el fanatismo y la guerra.