He querido hacerme una autopregunta que me permitiese aclarar mi posición intelectual y societaria con relación a algo tan fundamental en nuestra convivencia, como lo es la Constitución: ¿Estoy de acuerdo en su totalidad, eliminaría y/o reformaría algunos de sus artículos? Mi respuesta inmediata sería afirmativa para ambas posibilidades y, sin ninguna duda, esto mismo les pasará a los 15.706.078 ciudadanos que votaron sí a su aprobación, por supuesto, cada uno con sus propios criterios.

Sin embargo, lo que importa aquí es que todos debemos estar dispuestos a que este instrumento legal sea el marco de convivencia por el que regirnos Y entiendo que pueda decirse que se aprobó en 1978 y que han pasado más de cuarenta años, que la sociedad actual ya no es la misma ni tampoco lo son los más de quince millones que la apoyaron, y que la forma de vida que tenemos ha cambiado, pues los avances de la técnica nos la han modificado y, por tanto, considero que trabajar en su reforma, es una necesidad muy demandada.

Reforma laboral

Con esta introducción lo único que deseo es tener un marco que me permita desarrollar este artículo en lo referente a un asunto que ha tenido todo tipo de beligerancia, en su mayoría innecesaria, me refiero a la aprobación de la tan traída y llevada reforma laboral, y si me he referido a la Constitución es porque quiero que algunas cuestiones para tratar este asunto queden claras.

Con relación al Poder Legislativo, el artículo 66 de la Constitución anuncia que «las Cortes Generales representan al pueblo español y están formadas por el Congreso de los Diputados y el Senado», esta es la representación de la voluntad de la soberanía nacional. Pero esto no es un valor absoluto, pues la misma Constitución se especifica en su artículo 7 y nos indica lo siguiente: «Los sindicatos de trabajadores y las asociaciones empresariales contribuyen a la defensa y promoción de los intereses económicos y sociales que les son propios. Su creación y el ejercicio de su actividad son libres dentro del respeto a la Constitución y a la ley. Su estructura interna y funcionamiento deberán ser democráticos».

Gregor

Es increíble que ante esta situación conviertan la reforma laboral en un esperpento dramático de rivalidad entre bandas

A partir de estos dos enunciados es donde se establece el marco de funcionamiento sobre el que se debe trabajar. Desde hace unos diez meses los que conocemos como agentes sociales, trabajadores y empresarios, a través de sus organizaciones, junto con el Gobierno, están trabajando para ver la posibilidad de llegar a un acuerdo en el que se defina cuál es el modelo legal sobre el que basar sus relaciones y complementar los intereses de ambas partes. Pues bien, después de un ímprobo trabajo, por primera vez en todo el periodo democrático, los actores de la economía cierran un acuerdo al que se le da forma legal a través de un Decreto Ley. A partir de este momento el Congreso de los Diputados debe convertirlo en Ley y es aquí donde llega el lío, pues se establecen posiciones políticas sobre la bondad o no del acuerdo y por ende la decisión sobre aprobarlo o no.

La cuestión es muy sencilla: los dos protagonistas del acuerdo, deciden cómo desean funcionar a partir de ese momento y llega un tercero, que nada tiene que ver con ellos, y les dice que no se lo han pensado bien por lo que no les va a autorizar a lo que ellos piensan que es lo mejor para trabajar bien.

Esperpento

Es increíble que ante esta situación conviertan la reforma laboral en un esperpento dramático de rivalidad entre bandas. Debo afirmar con total rotundidad que una vez que las partes hayan considerado esta la mejor fórmula, los políticos solo pueden decir amén, no hay más consideraciones ni objeciones, pues en caso contrario, nos podemos preguntar los ciudadanos: ¿qué papel tenemos al margen de votarlos cada cuatro años? Lo cierto es que para algunos ningún papel y más en este caso que se establece el acuerdo entre dos organizaciones constitucionales.

No se trata de si se ha votado bien o mal, que yo considero como normal, tampoco de si me gusta más lo anterior que lo actual, se trata de que a quienes les incumbe quieren esta y no otra. Si somos demócratas seamos también en lo concerniente la Constitución, pues una cosa sin la otra es imposible. Esto se llama respeto a lo que las partes implicadas deciden.