Opinión | SALÓN DORADO

Las castas y el Reino Unido

El hinduismo, una de las grandes religiones de Asia, considera que los seres humanos están marcados desde su nacimiento y para siempre por la casta en la nacen, es decir, que el hecho de pertenecer al seno de una determinada familia te coloca en una posición social de la que no puedes salir hasta que te mueres. Divididos en cinco grandes castas, los seres humanos están condenados a asumir las enormes desigualdades según su linaje. Ningún sistema es más clasista, racista, segregacionista e injusto que el que consagra al de las castas como modelo inalterable de organización de la sociedad.

Esta semana ha sido proclamado primer ministro del Reino Unido Rishi Sunak, político conservador que ya fuera hace unos meses ministro de Hacienda y que provocó con su dimisión la caída de Boris Johnson. Sunak nació en Inglaterra en el seno de una familia africana de origen hindú y profesa la religión hinduista, es decir, que cree que los seres humanos son distintos y desiguales según la casta a la que pertenecen.

El nuevo primer ministro británico está casado con la señora Akshata Murty, y entre ambos poseen una de las mayores fortunas de su país. Además, ambos cónyuges han sido señalados por los diarios The Guardian, progresista, y The Independent, liberal y europeísta, como evasores de impuestos, y en el caso de Murty, incluso de poseer cuentas opacas en paraísos fiscales como las Islas Vírgenes o las Islas Caimán y de no tributar en Inglaterra, sino en la India.

Partidario acérrimo del Brexit, Sunak ha prometido que se portará bien y será ejemplar, pero los precedentes que lo acompañan y sus creencias religiosas, que justifican la división en castas, no parecen credenciales democráticas para liderar al Reino Unido en tiempos de zozobra económica y política.

No importa. Los británicos, cuyo jefe de Estado también lo es de la Iglesia anglicana, están acostumbrados desde hace siglos a ser gobernados por tiranos, déspotas, corruptos, locos, paranoicos, psicópatas, clasistas y racistas (lean a Shakespeare y a Dickens si no me creen), que, eso sí, encandilan a la población y la alelan con proclamas patrioteras y mentiras que suelen funcionar. Recuerden si no la letra de Rule, Britannia, uno de sus más célebres himnos, basado en un poema de James Thomson, musicalizado en 1740: «¡Rule, Britannia!, Britannia, rule the waves. Britons never, never, never will be slaves». («¡Gobierna, Britania!, Britania gobierna las olas. Los británicos nunca, nunca, nunca seremos esclavos»). Y se lo siguen colando.

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