Amenaza ultraliberal en Argentina

El Periódico de Aragón

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Las primarias celebradas el domingo en Argentina abren un gran interrogante sobre el futuro inmediato del país habida cuenta la posibilidad de que gane la presidencia Javier Milei, un anarcocapitalista o ultraliberal de extrema derecha. Una crisis económica galopante –inflación de tres dígitos, hundimiento del peso, deuda exterior inasumible– y una quiebra de la representatividad de los dos grandes bloques, el peronismo, versión poskirchnerista, y la derecha clásica, versión macrista, han dado alas a la candidatura de Milei. Carente de estructura partidista pero bien conectada con el malestar creciente, La Libertad Avanza ha resucitado el eslogan forjado por la crisis financiera de 2001: Que se vayan todos.

Del corralito de entonces y del final de la dolarización surgió una reconstrucción del sistema de partidos. El desgaste sin límites de este puede ser la gran ocasión para un aspirante con un programa esquemático y de consecuencias inimaginables: nueva dolarización de la economía, clausura del Banco Central, cuestionamiento sin precedentes del gasto social y justificación, desde postulados libertarios, tanto del comercio de órganos como de la tenencia de armas o la venta de drogas. Se trata de un plan que no firmarían ni siquiera figuras no menos extravagantes como Donald Trump o Jair Bolsonaro. Y aun así encuentra electores dispuestos a prestarle atención, en un ambiente propicio por el desprestigio del establishment, al que el líder de esta nueva declinación ultra del populismo llama la casta. Personajes como Javier Milei, José Antonio Kast en Chile y Nayib Bukele en El Salvador se vislumbran como las nuevas figuras de referencia de la extrema derecha latinoamericana, llamadas a sustituir a Bolsonaro en ese papel .

De momento, un recién llegado ha logrado que por primera vez el peronismo salga de las primarias en tercer lugar, lastrada la candidatura de Sergio Massa por la desunión interna y por el hecho de ser el ministro de Economía de la crisis financiera en curso. La derecha tradicional que presenta a Patricia Bullrich es consciente de que Milei le ha disputado una parte de su electorado y está en condiciones de forzar el 22 de octubre una segunda vuelta en situación ventajosa. Porque a pesar de que las primarias han configurado tres bloques casi idénticos, está por ver cuál será el efecto de la abstención –el domingo alcanzó el 30%– y cuál la capacidad de la derecha macrista de agregar el voto del oficialismo (o viceversa) en esa probable segunda vuelta.

La irrupción de Milei es una amenaza para la cohesión social en un país donde se estima que la pobreza afecta al 40% de la población. Basta recordar que el candidato ultra considera una «aberración» la justicia social y tilda de «atrocidad» que siga vigente la idea de que «donde hay una necesidad nace un derecho», una máxima que forma parte de la tradición política argentina por más que con demasiada frecuencia haya caído en el olvido.

Milei es, en fin, un riesgo cierto para el porvenir de Argentina porque pretende reducir el papel del Estado a su mínima expresión, desprecia la idea de equidad y soslaya todo compromiso moral para socorrer a los más vulnerables. Pero no puede olvidarse que es un fenómeno que ha crecido en un terreno abonado por la incapacidad de quienes ahora son las únicas alternativas al vértigo de su hipotética victoria.

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