VIRANDO A BABOR

¿Dónde quedaron los aplausos?

Miguel Miranda

Miguel Miranda

Lo sé de buena fuente. Cuando el paciente escuchó que efectivamente el electro indicaba un infarto, el susto se consolidó. Le subió la tensión. Y apareció una enfermera para advertirle: «Tranquilo, no se asuste. Una bandada de enfermeras vamos a caer sobre usted. Es lo normal». Y efectivamente aparecieron cuatro o cinco. Una le advirtió de un pinchacito, había que coger una vía. Otra, en el brazo derecho, le controlaba la tensión. Otra le inyectaba no sabía qué («otro pinchacito»), mientras otra («abra la boca») le daba dos pastillas y un traguito de agua. Apareció la cardióloga para confirmar el diagnóstico, tranquilizar («ya está todo controlado») e informar de los pasos siguientes. La bandada era de ángeles cuidadores y sanadores y el paciente se relajó y hasta le bajó la tensión arterial. Eran ángeles con apariencia de competentes profesionales que empatizaban con el paciente y le daban tranquilidad y yo diría, según me cuentan, hasta cariño. Y sin conocerle. Todo fue perfecto, incluida la experta intervención para instalar un stent y solucionar el problema. Perfecto también el programa de rehabilitación cardiaca en el Hospital Provincial con un equipo realmente competente y comprometido. Máximo nivel de la Sanidad Pública. Orgullo del Estado Social. Todavía hay en Urgencias del Clínico un cartel que plantea una pregunta: ¿Dónde quedaron los aplausos? Eso digo yo también. ¿Dónde quedó el respeto hacia los profesionales? ¿Dónde el agradecimiento por un trabajo bien hecho? ¿Dónde la conciencia de que en este país tenemos una sanidad –por mucho que algunos se esfuercen en deteriorarla descapitalizándola de personal y medios– que ya querrían en la mayoría de los países, incluidos los más ricos? ¿Dónde quedó el reconocimiento a la atención primaria, primer escalón que nos da atención y cuidados? Aquí cualquier mindundi analfabeto se permite discutir el diagnóstico y pasar a la agresión. Los casos se repiten y harían bien en ponerles freno de manera contundente.

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