Sala de máquinas

Corazones de nieve

Juan Bolea

Juan Bolea

la nueva película de J. A. Bayona ofrece una reconstrucción de la tragedia vivida en 1972 por los pasajeros de un avión que cayó en Los Andes, sometiéndolos dicho accidente a una inhumana prueba de supervivencia que solo la tercera parte del pasaje lograría superar.

Para ello, cuando se les acabaron los víveres y la amenaza de fallecer de hambre devino real, tuvieron que alimentarse de sus propios compañeros muertos, cuyos cadáveres permanecían alrededor del avión, sobre la nieve helada, y de los que fueron seccionando y repartiendo trozos de carne y vísceras sin identificar en ningún caso, a fin de eludir la espantosa idea de estar comiéndose a alguien con cara y nombre.

Siendo la práctica del canibalismo forzado por las circunstancias uno de los temas fundamentales del guión de La sociedad de la nieve, Bayona resuelve este conflicto mostrando las distintas opiniones de los forzados antropófagos, cómo incluso los más renuentes de entre ellos acabarían alimentándose de sus congéneres, viendo aumentar el número de sus proteínas al tiempo que disminuía el de sus prejuicios morales.

La «sociedad» a la que hace alusión el título funcionó, a lo largo de los 72 y días que tardaron los supervivientes en ser rescatados, como una maquinaria bien concebida en su reparto de tareas y jerarquías. Esa forma de organizarse evitó seguramente individualismos y enfrentamientos, contribuyendo a mantener alta la moral en medio de temperaturas extremas (hasta -30ª), aludes y enfermedades que se cobraron más vidas.

Una película notable que exalta los valores de la amistad y de la capacidad de todo ser humano para sobreponerse a las peores adversidades, pero que deliberadamente elude, con esa mirada simplona, inocente, que caracteriza las películas de Bayona, los aspectos más opacos o polémicos –también los hubo– de la historia de aquel mítico accidente de la Fuerza Aérea Uruguaya a bordo del cual viajaban los miembros de un equipo de rugby de jóvenes uruguayos, cinco tripulantes y algunos pasajeros.

Hasta aquella fecha, en ninguna otra tragedia ocurrida en Los Andes se habían contado supervivientes. Por eso, y por película como ésta, se seguirá recordando su proeza.