La nueva Argentina de Milei

José Luis Corral

José Luis Corral

Hay que joderse con los «mega-ultra-neo» liberales. Su simplona doctrina política, o al menos con la que se presentan a las elecciones, es que el Estado no tiene que intervenir para nada en casi nada, y nada de nada en los asuntos de la economía, pues, según sus gurús, es el libre mercado la panacea del desarrollo y lo que auto regula y mejora todo. Pero en cuanto llegan al poder, como ha ocurrido en Argentina con Javier Milei, no paran de dictar medidas para regular el mercado; las que conviene a sus intereses, claro.

Argentina, que hace cien años era uno de los cinco países más ricos del mundo y que tiene un potencial extraordinario, atraviesa una crisis económica casi secular, con un 40% de la población en la pobreza y una inflación que este año está cercana al 150%.

Milei prometió en la campaña a las presidenciales que dolarizaría la economía argentina y que suprimiría el Banco Central de Argentina, pero lo que Milei ha propuesto ya como presidente han sido treinta medidas, entre ellas devaluar el peso argentino, hacer un ajuste fiscal, anunciar un plan de estabilización, tomar medidas de recortes en las pensiones de jubilación, aprobar privatizaciones a mansalva, poner en marcha una nueva política de cambios monetarios, el prepago en los servicios sanitarios, una nueva ley de alquileres, suprimir las trabas al comercio y a las exportaciones, prohibir las empresas públicas y convertirlas en Sociedades Anónimas e incluso intervenir en los clubes de fútbol. Vamos, lo que dicta el manual de la más pura ortodoxia conservadora en política económica.

Milei, un histriónico teatral, docto en la técnica de insultar y gritar cual orate, se ha proclamado «anarco capitalista» que, en libre interpretación de esta cachonda definición, sería algo así como «hago lo que me da la gana porque puedo»; y ha llegado a proclamar esa tontería de «prohibido prohibir», tras acabar su discurso de las 30 medidas con la frase «Que la fuerza del cielo nos acompañe».

Es verdad que Milei ha heredado una situación económica y política desastrosa, generada por los anteriores presidentes de la República, y que era urgente tomar medidas drásticas. En los próximos meses ya se verá si las aplicadas por Milei tienen éxito; claro que también puede ser que este campeón del «super-hiper» liberalismo cambie de opinión, que esto se lleva mucho ahora entre los de la casta política. En cualquier caso, y visto lo visto, igual no les queda a los argentinos otro remedio que rezar; al menos ahora el Papa está de su parte.

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