Aragón pone coto a los móviles en las aulas

El Periódico de Aragón

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El uso de los móviles se ha convertido en los últimos años en una de las grandes preocupaciones de las familias y del conjunto de la sociedad. Los expertos en educación infantil y juvenil, los psicólogos y los pedagogos han llamado la atención sobre los efectos nocivos que estos dispositivos provocan en la salud física y mental de los más jóvenes. Los últimos datos publicados por el INE revelan que la proporción de niños de 10 a 15 años que disponen de un teléfono ha superado los siete de cada diez. Además, el 70,6 % de los menores de 10 a 15 años tiene su propio smartphone, lo que supone 7,5 puntos porcentuales más que hace diez años.

Estos cambios en los hábitos sociales y las advertencias de los especialistas son los que han llevado a la consejería de Educación del Gobierno de Aragón a publicar una orden que regula la utilización de estos terminales en las aulas, de forma que tendrán prácticamente prohibido su uso tanto en clase como en los recreos y en las actividades extraescolares y complementarias. La medida, que fue avanzada el pasado domingo por este diario en la entrevista que realizó a la consejera Claudia Pérez Forniés, afecta a todos los centros no universitarios sostenidos con fondos públicos, aunque contempla algunas excepciones como, por ejemplo, su uso para fines didácticos o cuando sea necesario para el proyecto educativo.

Educar en el buen uso del móvil se ha convertido en una misión casi imposible para las familias en un contexto en el que cada vez se tiene menos tiempo para precisamente eso, educar. La dificultad que existe en algunos casos para conciliar la vida laboral y familiar y la inercia de una sociedad acelerada y cada vez más digital han desembocado en un escenario en el que la única solución plausible parece ser limitar o prohibir los móviles. En Aragón, a partir de ahora, al adolescente que contravenga la normativa se le podría retirar el teléfono, que será requisado por la dirección del centro.

Aunque todavía es pronto para valorar qué alcance y consecuencias puede tener la nueva orden, todo apunta a que será compleja de gestionar en el día a día, sobre todo para los profesores que son los que, en definitiva, tendrán que tomar decisiones sobre la marcha y comprobar qué resistencias existen por parte de los alumnos y los padres.

De lo que no cabe duda es de que la medida adoptada ayer por la consejería de Educación es un primer paso para tomar conciencia de una realidad cada vez más preocupante y cuyas consecuencias son impredecibles.

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