Opinión

Divorciarse a los 70

El otro día leía en este periódico una curiosa noticia: Los divorcios senior se disparan un 40% en los últimos diez años. Y parece ser que las mujeres son el motor del cambio. Estamos hablando de hombres y mujeres de 70 años. Una edad en la que socialmente no se esperan grandes novedades en la vida. Una edad en la que todavía queda cuerda para un rato (si la salud acompaña) y en la que la resignación y aguantarse el uno al otro parecen ser ley de vida. Pues no. Las cosas han cambiado, según las estadísticas.

Estudios internacionales apuntan que estas separaciones a edad madura se han triplicado desde 1990, debido al deseo apremiante de vivir una segunda vida, solo o con otra pareja, a partir de la jubilación o cuando los hijos abandonan el nido. Y son las mujeres las que dan el paso hacia ese nuevo comienzo. Y para mi sorpresa resulta que se producen más separaciones o divorcios en la franja de 50 a 70 años que en la de los cuarenta. Algo comprensible porque la crianza de los hijos pequeños requiere todo el esfuerzo. Sin embargo en edades más tardías florece el deseo de emanciparse de la pareja de toda la vida. Lo dice el INE (Instituto Nacional de Estadística) porque ha advertido en sus sondeos e investigaciones que parejas mayores de 70 años se atreven a dar el paso de decir «se acabó».

Está claro que la sociedad ha cambiado y también sus valores. De aquello que nos decían nuestros padres y nuestros abuelos del matrimonio para toda la vida se está pasando a priorizar el disfrutar, la complicidad y el deseo. Dicho de otra forma: a saber aprovechar los años por venir. Gozar de todo más y aprender a convivir cuidándonos más y mejor, ya que ahora se llega al retiro con más salud y esperanza de vida. Otro factor que también influye en este cambio sociológico es el llamado «Síndrome del nido vacío», cuando los hijos se van o forman otra familia propia. Es entonces cuando la soledad aprieta y surgen muchas discusiones de pareja, influenciadas también por el choque mental que provoca en algunas personas la jubilación y los cambios que implica dejar de trabajar fuera de casa y perder ese espacio y esas relaciones laborales y profesionales.

En estas edades difíciles surge también otro problema bastante común que es el abandono de la estética y del descuido físico entre los miembros de la pareja. Cuando, por ejemplo, los hombres o las mujeres, engordan y abandonan esa coquetería necesaria para gustarse así mismas o tener el valor suficiente para enfrentarse al espejo. Es cuando la pareja de años de convivencia se cansa de aguantarse todo el rato, cuando llega a imponerse el aburrimiento y empiezan a conocerse de verdad, con defectos que ni siquiera intuían al trabajar fuera de casa y verse poco tiempo en el ámbito del hogar.

Según explica la Fundación Sexpol hay hombres que toman la iniciativa «porque no soportan a su mujer y creen que todavía pueden tener una vida sexual activa». Y las mujeres «porque han aguantado mucho y han hecho muchos sacrificios y quieren vivir como se desee, de forma tranquila y sin discusiones».

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