Opinión | EL MIRADOR

Tiempos convulsos

En general los tiempos siempre han sido difíciles. Aquellos que dejan huellas, heridas y desasosiegos, suelen ser hechos que se repiten incansablemente mermando el bienestar y las posibilidades de vivir en armonía, sin conservar lo poco o lo mucho que hemos podido avanzar. Mirémonos ahora y tendremos la misma sensación. Buscamos modos y maneras pero los azotes externos e internos nos modelan hacia formas y sentimientos de inseguridad. Estamos sufriendo hechos violentos, carencias sociales, la vulneración de leyes, actuaciones corruptas, y lo más preocupante es que los responsables, los que se sientan en los sillones del Parlamento español, pierden el tiempo en discusiones y descalificaciones recíprocas; convirtiéndose en habitual rutina, mermando nuestra confianza con una perspectiva de futuro muy poco halagüeña. Todo este mal hacer acarrea graves consecuencias para la población.

Así que era de esperar que la cantante Naiara, con la canción Sobreviviré, fuera elegida por el público ganadora del concurso de Operación Triunfo. ¿Sobreviviremos? Sí, al igual que hicimos cuando nos azotó el virus covid-19 creándose ese desorden de gestión de niveles inconcebibles, la canción Resistiré fue oportuna haciéndose viral para fortalecer el miedo y la incertidumbre. La música ayuda a sobrevivir, a resistir ante los que se convierten en seres incapacitados para gestionar las políticas de un país. No es de extrañar que Naiara diga: «Me la sigue sudando todo, pero ahora estoy más empoderada».

El poder de la música es grande, transmite, se instala creando sentimientos, pero como cualquier medio de comunicación es deseable que tenga erudición y nivel profesional. Los músicos y cantantes que han llegado a ser patrimonio cultural permanecerán siempre en nuestra memoria, los demás se plantan en maceta con poca tierra como los que vemos, desde hace años, en el Festival de Eurovisión. Intentar representar a España en este concurso es una boutade y ahí se queda, sin mayor transcendencia, dejando solo una referencia aunada a la situación social y política en la que transitamos.

Entramos en marzo, un mes dedicado, especialmente, a la mujer, cuyo objetivo principal es hacer visible sus aportaciones, en las que caben todos los avances, sea en la ciencia, en el arte o en la política; sin olvidar las injusticias, el desdén y los maltratos que se produjeron y se siguen produciendo. Llevamos décadas sin que mermen estos graves problemas de muertes y agresiones. Las nuevas generaciones de mujeres se esfuerzan para ser autosuficientes, como suelen hacer la mayoría de los hombres. La música y sus grafías pueden actuar como conciliación o como desfase; influyen los influencers en las mentes básicas y esto hace que haya maneras de entender la vida poco reflexivas. Empoderarse ya lo hicieron muchas mujeres de la historia universal, tenemos el ejemplo de María Moliner cuando esta acepción la incorpora a su magnífico diccionario español. Cuando dediquemos un mes o dos a los ciudadanos hombres y mujeres en su conjunto, para dar a conocer los avances, para conseguir un país, un mundo racional y más justo, habremos logrado, con inteligencia humana, sentirnos empoderados.

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