Opinión | CON LA VENIA

Elecciones en tiempos revueltos

No es frecuente que en un mismo año se celebren cuatro procesos electorales. El gallego, las elecciones a los Parlamentos catalán y vasco y para finalizar, al Parlamento europeo. Desconozco los posibles efectos negativos que puede producir el hartazgo electoral en la posible abstención, pero no es necesario abonarse a las encuestas para prever el resultado de los procesos electorales pendientes. Previsibilidad inspirada en el extremo sectarismo que preside la actual vida política española y que impide una evaluación sensata sobre los resultados en cada uno de los comicios. Transcurrido el año en curso podría anticiparse el balance más probable: el PP gana las elecciones generales pero no puede formar gobierno por su incapacidad para llegar a pactos con ninguna otra formación política. Ni el apoyo de Vox le bastaría para formar la ansiada mayoría. El PSOE es la segunda fuerza pero nada induce a pensar que pueda formar una mayoría suficiente para formar un gobierno plural y razonable. Más bien al contrario, parece condenado a repetir la misma o parecida situación política y verse condenado a bregar con los mismos problemas que se están produciendo en la presente legislatura. Con una dificultad añadida, pues una vez concedida la amnistía, las reformas del Código Penal y los beneficios económicos, ya no cabe ninguna otra concesión que no sea la autodeterminación, lo que no es imaginable, pues hasta Sánchez debería saber que tal decisión tiene consecuencias de una gravedad inusitada, entre las que no se puede descartar la huida masiva de los militantes y de los propios votantes o, incluso, la desaparición del propio Partido Socialista. Vox, a su vez, sufre un significativo retroceso electoral que neutraliza el ascenso del PP a los efectos de formar gobierno.

Las fuerzas políticas a la izquierda del PSOE, si no logran la unidad de acción, pueden sufrir un gravísimo retroceso que debilite su posición negociadora. Para esa fecha Ciudadanos habrá muerto, y sólo restará liquidar la correspondiente sociedad. Hasta aquí lo obvio. Caben sin embargo matices que pueden ser decisivos a la hora de elaborar el futuro político de España.

En primer lugar, es legítimo especular sobre el hecho de que buena parte del electorado socialista, con la excepción del PSC, se haya trasladado a otras opciones políticas para demostrar el enfado legítimo de los votantes del PSOE por la deriva de la actual dirección del partido. No es posible evaluar en este momento los efectos de la crisis en la memoria colectiva de los antiguos y nuevos votantes. No sabemos si estamos en presencia de un préstamo con fecha final de disolución o, si por el contrario, estamos en presencia de la definitiva transmisión patrimonial de parte del capital de su sociedad . El PSOE puede caer en la tentación de aplicar en Galicia, País Vasco y Cataluña la doctrina Pujol consistente en ceder a sus dirigentes protagonismo regional a cambio de su apoyo político en las Cortes Generales, pero sería otro error. Por el contrario, si fuera capaz de recuperar su esencia socialdemócrata y constitucionalista, estaría en condiciones de librar una verdadera batalla en toda clase de escenarios y contra toda clase de adversarios. El esperado buen resultado de las elecciones catalanas no debe servir para mantener el rumbo que nos llevó a la estrepitosa derrota en Galicia y al presumiblemente mediocre resultado en las próximas elecciones europeas. El BNG merece un comentario específico que no se limite al trasvase de votos procedentes del PSOE. Su éxito en las elecciones gallegas se fundamenta también en sus propios méritos. Su supuesta ideología marxista-leninista se contrapone con los hechos políticos.

Es una formación política que podría encuadrarse en el universo de la socialdemocracia. Buena prueba de ello es su comportamiento parlamentario y en su actitud, en términos políticos, con el Gobierno de la nación. ERC merece también un diagnóstico político de éxito por el coraje de marcar las distancias respecto a los expuyolistas y frente a los independentistas radicales y violentos. Al propio tiempo, ha recuperado su pasado de formación política de izquierdas, lo que facilitará sus relaciones con otras formaciones socialistas.

Es obligado mencionar a Batasuna, hermandad y parientes más lejanos de ETA. Me refiero a Bildu. Es obvio que en esta legislatura han tenido como finalidad principal blanquearse para desarrollar una política normalizada y obtendrá éxito electoral en las elecciones, demostrando capacidad para aglutinar al independentismo radical. Los demócratas tenemos, para este caso, un discurso ético y moral, más que estrictamente político. Son demasiados los asesinatos de ETA como para poder olvidarlos o perdonar a sus actores y serían necesarios actos explícitos de arrepentimiento y que los herederos de ETA asuman que su historia no es una sucesión de actos heroicos sino una siniestra sucesión de cobardías. Sólo en esas condiciones es posible el perdón y normalización de Bildu en la vida política nacional.

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