Opinión

La Romareda tiene un plan

La encrucijada en la que se encuentra el proyecto obliga a tomar decisiones rápidas, aunque la opción del Parking Norte ofrece más seguridad y acorta los plazos de las obras del estadio

Aspecto de la nueva Romareda, que en principio deberá estar lista para 2029. | IDOM

Aspecto de la nueva Romareda, que en principio deberá estar lista para 2029. | IDOM / alberto arilla

El estadio municipal de La Romareda comenzará a ser historia a partir del próximo mes de julio con el inicio de las obras para construir un imponente campo de fútbol que cambiará la forma de disfrutar de este deporte en la ciudad (esperemos que ya en Primera División) y la fisonomía de Zaragoza, una ciudad volcada con un proyecto. Pero hasta que eso ocurra será necesario superar unos hitos que salpicarán un calendario exigente, cuya primera encrucijada será determinar si el Real Zaragoza juega durante las próximas temporadas en la actual ubicación o si lo hace en un campo modular y con capacidad para unos 20.000 espectadores, que se ubicaría en los suelos del Parking Norte de la Expo, en el barrio del Actur. Este primer Rubicón será determinante por muchas razones y marcará el devenir de un proyecto, valorado en 180 millones (IVA incluido), que debe estar a punto para el Mundial de Fútbol de 2030.

Aunque nada está decidido todavía, todos los caminos parecen llevar a un mismo lugar, el barrio del Actur, con la puesta en marcha de un plan que desveló EL PERIÓDICO DE ARAGÓN el pasado 21 de marzo. La hoja de ruta que parece seguirá la sociedad La Nueva Romareda -de la que forman parte el Gobierno de Aragón, el Ayuntamiento de Zaragoza y el Real Zaragoza-, está condicionada por multitud de factores que desechan la opción de jugar en el vetusto estadio mientras cambia de cara.

La dimensión de las obras que se van a acometer a partir de este verano en uno de los puntos neurálgicos de la capital, con un hospital a escasos 100 metros de distancia del estadio (con todo lo que ello supone), un Auditorio de Zaragoza en actividad constante y más de 20.000 socios tratando de esquivar los trabajos domingo sí, domingo no, obligaban a buscar alternativas. La Liga de Fútbol Profesional así lo exigió. Quizá sea viable compatibilizar obras y partidos, pero abrir la puerta a los riesgos que puede conllevar es osado. El plan ‘b’, por tanto, se antoja más seguro para todos y genera menos incomodidades y problemas para los ciudadanos.  

La cuestión económica no es un asunto baladí, aunque el coste de levantar una nueva infraestructura que permita jugar al Real Zaragoza en un estadio modular con capacidad para unas 20.000 personas puede verse compensado por el ahorro que supondrá reducir el tiempo de obras en la vieja Romareda. Los cálculos son complejos en un proyecto de semejantes dimensiones, pero, aunque el gasto quizá ser algo mayor, esa instalación puede ser el primer paso de la nueva Ciudad del Deporte que la alcaldesa Natalia Chueca quiere para la capital aragonesa. Las cifras todavía no se han puesto sobre la mesa, pero por lo pronto evitaría 2,3 millones de euros derivados de cuestiones técnicas que habría que implementar para jugar mientras se reforma el estadio. Seguro que también le salen las cuentas al Real Zaragoza porque podría disponer antes del nuevo campo de fútbol y de su explotación, y eso también son ingresos. 

El cálculo político también entra en la ecuación. No es una cuestión menor. Desde el punto de vista electoral, La Romareda ya fue una baza política para Jorge Azcón en su etapa de alcalde. El hecho de que el estadio pueda estar listo para 2027 es, sin duda, uno de los mejores avales para Natalia Chueca si quiere optar de nuevo a la alcaldía en las próximas elecciones municipales. Más si cabe con un proyecto que cuenta con la aprobación mayoritaria de los zaragozanos. La fecha de 2027, por tanto, aparece señalada en rojo. Además, la nueva Romareda podría echar a andar dos años antes de la celebración del Mundial y podría ser el destino de algunos partidos relevantes dentro del calendario, tanto nacional como internacional. Y eso también es retorno para la ciudad.

Tampoco conviene olvidar a los aficionados, lo que obliga a construir un campo modular atractivo y con buenas conexiones (está cerca de la autovía y del tranvía).Por ello, es preciso hacer una buena gestión de los abonados, algo que el club tendrá que acometer más pronto que tarde debido a la reducción de los aforos.

Sea como fuere, la solución a la encrucijada es inminente, aunque todo resulta mucho más complejo de lo que parece. Los tiempos, los trámites, las autorizaciones, los suelos, los contratos, los costes y los consensos no son factores fáciles de gestionar. Pero el tiempo apremia.