Opinión | EL ARTÍCULO DEL DOMINGO

Aragón es una isla

La comunidad gana crédito gracias a su diferenciación, su capacidad de diálogo, la riqueza de sus recursos naturales y de su capital humano. La situación política ha de ser algo secundario

El valor de lo diferencial cotiza al alza en los últimos tiempos, aunque no resulte sencillo en un mundo tan globalizado, con una política absolutamente polarizada y desquiciada y una economía en la que salirse del carril parece todo un suicidio. Pero quien lo hace suele obtener recompensa. En ese empeño está Aragón, donde los brotes verdes comienzan a verse, a pesar de que el peso político de sus vecinos (Cataluña y País Vasco) puede ser un hándicap a futuro. Sin embargo, en las últimas décadas, la comunidad ha despegado a nivel nacional e internacional y eso ha tenido repercusión en las cifras de exportaciones y en la mejora de la reputación en el exterior de una tierra que comienza a ser fértil para multinacionales e inversores. El valor de lo diferencial le ha servido para ser una comunidad que ya no pasa tan desapercibida. Ahora es observada, analizada y, en ocasiones, deseada.

Esta circunstancia emerge como una nueva realidad y da margen de maniobra para intentar desprenderse de la queja eterna y de la vieja idea del agravio histórico que Aragón ha sufrido respecto a otras regiones, una circunstancia que le ha llevado a la pérdida de población, de autoestima y del aval político suficiente para poder aspirar a cotas mayores. Pero ese lamento, afortunadamente, parece más cosa del pasado.

El pasado jueves, el expresidente del Gobierno de Aragón, Javier Lambán, presentó en la Diputación Provincial de Zaragoza (DPZ) su libro de memorias Una emoción política y fue tajante: «Aragón se tendrá que sacar solo las castañas del fuego, porque no nos van a ayudar desde fuera», dijo el secretario general de los socialistas aragoneses advirtiendo directamente a Jorge Azcón, su sucesor, que se encontraba atento en primera fila. El ejeano se refirió a lo que ocurrió con la fallida candidatura conjunta de Aragón y Cataluña para organizar los Juegos Olímpicos de Invierno en 2030. El posicionamiento del Comité Olímpico Español (COE) y del Gobierno de Pedro Sánchez, a favor de los postulados catalanes, truncaron ese sueño.

Pero eso fue antes de que Lambán y Azcón protagonizaran una de las mayores batallas políticas que se recuerdan en los últimos años durante la campaña electoral de las elecciones autonómicas de mayo de 2023. Los dos líderes aragoneses concurrieron a las urnas con no pocos puntos en común. Por ejemplo, su concepción de España, la fortaleza del tejido empresarial, la necesidad de impulsar el Pirineo aragonés para ofrecer oportunidades de desarrollo a sus habitantes, la máxima de aprovechar los recursos naturales de una comunidad que comienza a competir de tú a tú con el resto y, cómo no, sus intensas discrepancias con el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. El propio Lambán confesó en la presentación de sus memorias que durante la noche electoral de mayo de 2023 llegó a plantearse ofrecer a Azcón repartirse la legislatura (dos años cada uno). «Enseguida me di cuenta de que era una estupidez», aseguró, aunque sostiene la tesis de que «PSOE y PP deben aceptar que se necesitan».

El último encuentro entre ambos, el pasado jueves en la Diputación de Zaragoza, no será el último y tendrán ocasión de seguir departiendo sobre las posibilidades de Aragón, cada uno desde su óptica. Pero ambos son conscientes de que una de las claves que han permitido a la comunidad jugar un papel más relevante en los últimos años y quitarse los complejos ha sido la capacidad de entendimiento y diálogo. Ese es uno de los valores diferenciales de una autonomía que el próximo 23 de abril celebrará un nuevo aniversario. La efeméride llega en un momento de incertidumbre nacional, hoy con unas elecciones vascas y en las próximas semanas con unos comicios en Cataluña que determinarán el rumbo, la política y los recursos que el Ejecutivo central destinará a las distintas comunidades.

Lambán tiene claro que seguirá con su activismo político desde las trincheras, una vez que se produzca su relevo. Azcón intentará que el escenario político no pase factura a Aragón. Pero de lo que no cabe duda es de que, más allá del ruido político, el futuro de la comunidad está en su gente, su capacidad y su reputación. Desde fuera nos miran cada vez más y es una baza que hay que aprovechar.

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