Opinión | LA COMEDIA HUMANA

El pollo del pay-pay argentinito

Ya nos avisaron de que si volvían no sería con el mismo traje de Hugo Boss, aquel modisto que vestía a los SS y que nos sigue vendiendo camisas como si nada. También renovarían himnos y banderas, aunque poco, y sobre todo tratarían de pasar por otra cosa. Parece que ha sucedido. Rojipardos les llaman algunos, otros anarcoliberales, citan a Gramsci y hasta a Lenin, porque saben que la palabra ya no significa nada, han acabado con ella. Los jardines semánticos están pisoteados y no queda ya sentido cabal alguno en esta cacofonía desde que descubrieron que se puede decir todo, cualquier cosa, porque siempre habrá cosecha de orejas que recogerán y difundirán el disparate. Con este nuevo sermón de la montaña predicado por aquel Bannon que llevó al (presunto) delincuente a la Casa Blanca, haciendo de cada delito (presunto) una nueva baza electoral segura, se va configurando la derivada internacional neofascista según el folclore local de cada república. Llega, por supuesto, a Europa. Ya no hace falta un gran aparato propagandístico, se descubre con pasmo que cuando más estúpida es la proclama más votos caen al cesto, y por ahí andamos, de campeón en campeón de la desmesura, cada recién llegado subiendo la apuesta grotesca hasta ya veremos dónde.

El último nos ha visitado hace nada, llegado de Argentina. Un tipo curioso, a medias monologuista pasado de café bien cargado y a medias caricatura cómico taurino musical, sin freno alguno a su logomaquia y buscando camorra quizás para ocultar el desastre de su país que, a lo que se ve, aún no ha empezado a arreglar como prometía a gritos. La payasada grotesca del sujeto es de tal magnitud que pudiera ser que se les estuviera volviendo mal negocio a los que lo han traído a la feria electoral que se avecina, las elecciones al parlamento europeo.

Las derechas extremas se pulen las uñas en cuando empiezan a oler mejor las encuestas y a olfatear poder real, y esta cochambre intelectual, este cerebro desvencijado, puede ser que se haya creído tanto el personaje que se llegue a tomar en serio a sí mismo, y a ver qué hacemos. De momento ha encontrado un motivo en la guerra diplomática con el presidente español y, sobre todo, con su esposa, a la que tutea como machorrillo displicente. Ahí anda, disfrutando del foco en el teatrito donde pasea su escaso porte moral, intelectual y físico este pollo bien engordado. Y eso mientras no arregla lo de su país, que dijo que iba a poner en órbita económica como una especie de Suiza americana o algo así de estupendo, y que acaso logrará para unos mil quinientos argentinos.

Los demás que arreen y vayan disponiéndose a morirse si son viejos, y si no, a quien dios se la de (a él y a algunos mas) san Pedro se la bendiga, que con bendiciones, la miseria se digiere mejor, y así, no lo olvidemos, se gana el reino de los cielos, donde los que padecen hambre y sed de justicia serán hartos. Así que a comer bendiciones, y si son de san Pedro mejor, que alimentan más en el cielo.

En fin, la verbena que han montado las huestes de don Haragán Primero de España y sus Regiones ha tenido varias primeras figuras de la cosa europea, pero cada una con su copla, que no siempre coincidía y a veces incluso era contraria. Como la cosa es ultra nacionalista, cada una va a su pastel sin mirar al de al lado, a no ser para meterle el codo si ve riesgo de que le quite su ración. La una, Le Pen, defiende la laicidad del estado, por ejemplo, sobre todo en la educación, mientras que aquí los fans del caudillo se pirran por pasearse bajo palio, como el mismísimo patascortas, y obispos que ayuden no faltan; mientras mantienen el negocio de la multinacional vaticana en la educación, que son miles de millones para la causa celestial y para pagar abogados para la legión de curas pedófilos y violadores. La otra, italiana, que trata de esconder su origen fascista con escaso éxito. Y las dos apartándose de los nazis alemanes, que estos ni disimulan ni nada, y todos apoyando al teócrata fanático de Israel; ya hemos dicho al principio que en realidad sólo cambian los collares.

Mientas tanto, un país masacra a una población con imágenes en directo cada día, mata a periodistas, médicos, niños, mujeres y ancianos a decenas de miles, y al que les afea los crímenes le dicen antisemita, y siguen mandando a su ejército armado con la última tecnología bélica, a enfrentarse a los ancianos mujeres y niños que quedan. Y celebran la masacre como si fuera una victoria. Y en el tribunal de La Haya andan deliberando si efectivamente el tal Netanyahu, presunto corrupto al que le espera el juicio cuando acabe la masacre, es o no es un criminal de guerra. Nos está quedando precioso el planeta. Hubo un famoso pulpo Paul que adivinaba cosas, igual lo presentan a las elecciones y le votan, y ya tenemos la juerga completa. Peor que el payaso este de la pampa no puede ser, y va mejor peinado que esta especie de pollo del pay-pay argentinito.

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