Agapito quiere que Manolo Jiménez siga en el club y así se lo ha dicho ya. Y ahí coincide con el zaragocismo. Sin embargo, no va a ser fácil que el presidente se salga con su idea, aunque no se tardará mucho en saber el desenlace. El entrenador desea tomar una decisión en un plazo máximo de diez días, en esta semana o la próxima, y ya ha dicho muchas veces que prevalecerá el proyecto. Sin embargo, las sensaciones previas no permiten demasiado optimismo.

Jiménez quiere muchos cambios, demasiados, en la manera de hacer las cosas en la parcela deportiva, intuye que muchos de los jugadores que él considera indispensables ahora se van a marchar y sabe que el margen para fichar en lo económico no va a ser amplio. Al contrario. Demasiadas cortapisas, pues, para que siga. Por no hablar del ambiente de crispación que hay con Agapito, que no es el mejor escenario para trabajar. Si el soriano al menos diera un paso atrás y se quitara de la escena...

Cuando Jiménez habla de proyecto, se refiere a un club bien estructurado, con una filosofía y una idea común, donde todos los ámbitos trabajen en una misma dirección. Eso hace tiempo que no pasa en el Zaragoza y es uno de los primeros males que diagnosticó el entrenador al llegar. Jiménez quiere una plantilla competitiva, un grupo de jugadores compuesto únicamente por criterios deportivos, donde no tengan cabida intereses de otro tipo para la elección. Y en la composición de ese plantel, al margen de su opinión, que será vital. quiere que se oiga la voz de los técnicos que tenga el club. Solo de los técnicos, de los que se encargan de la planificación deportiva. Consensuar y trabajar acorde a las posibilidades, además de apoyarse más en la cantera, otra faceta muy mejorable y a la que Jiménez da importancia.

PROMETER Y GARANTIZAR No es nada fácil que Agapito sea capaz de garantizar todo eso. Y, si lo promete, no es sencillo que lo cumpla, como ha pasado en otras ocasiones, algo que el entrenador también sabe. Jiménez pretende sentarse con el presidente a partir de mañana. Si le convence, será su representante, Álvaro Torres, el que remate la negociación. La negativa, lógicamente, aún hará más rápido el desenlace. El técnico sabe que su posición en la negociación tiene la fuerza que le da el unánime apoyo del zaragocismo y, además, Agapito necesita ese golpe de efecto de la continuidad del preparador andaluz, que sería acogida con alegría por la afición.

El entrenador ha ganado mucho cartel en el fútbol español. El Mallorca, si Caparrós se va, apostaría fuerte por él y también tiene una oferta de Turquía. En el Sevilla su regreso es prematuro y ahora mismo no cuenta con opciones, pero Del Nido le tiene en muchísima estima y Jiménez, más tarde o más temprano, acabará por volver a esa casa si sigue el mismo presidente.

Su prioridad es entrenar en Primera y en España. Antes de firmar por el Zaragoza, tuvo una oferta de China, otra en Arabia y una del Brujas belga, además del claro interés de la Real Sociedad. Ahora, intuye que no le van a faltar propuestas tras su gran trabajo en La Romareda, pero primero escuchará a Agapito y después decidirá. Y no se puede olvidar que en Primera hay 20 banquillos y no es fácil tener uno garantizado. Jiménez lo tiene en La Romareda, pero su prioridad, como siempre ha dicho, es el proyecto serio, una idea que devuelva al Zaragoza a lo que fue y que no permita otro año de tanto sufrimiento. El técnico se ha desgastado muchísimo en estos meses, los más duros de su carrera, y no quiere otra temporada así. De todo eso le tiene que convencer Agapito.