Pocas señales hay más seguras en el fútbol para probar que algo funciona. La defensa del Real Zaragoza se recita de memoria. Gámez, Francés, Jair y Chavarría. La retaguardia tiene dueños indiscutibles, ellos cuatro. Solo se ha colado ahí Lluís López como central cuando ha faltado alguno de sus compañeros por lesión, convocatoria internacional o sanción. El catalán estuvo más intermitente al principio y muy sólido en Gijón y frente al Almería, sus dos últimos partidos.

Gámez, Francés, Jair y Chavarría juegan siempre que están disponibles. En el costado izquierdo, Pep se ha ganado el puesto de manera absolutamente convincente. Ya fue titular habitual la pasada campaña, la de su debut con la blanquilla, aunque muchas veces en una posición más adelantada, dado que el equipo se dispuso en bastantes jornadas con un doble lateral que mandó al catalán a una zona más ofensiva. En el Olot había actuado de carrilero. Juan Ignacio Martínez lo ha retrasado a la zona del lateral izquierdo puro y le ha dado los mismos galones que a sus tres compañeros de zaga.

Chavarría es titularísimo en el Real Zaragoza. Nadie le discute el pan ahora mismo, muy mejoradas aquellas dificultades iniciales que mostró en su primera temporada para cerrar el camino a los extremos rivales con la seguridad que se exige a un defensa. Un año después, con solo 23 a cuestas, 24 cumplirá en abril, ha ganado experiencia, fortaleza, pillería y firmeza.

A pesar de no ser alto, su capacidad es elevada para el despliegue físico. Para adelante sigue con tan buenas prestaciones como apuntó desde el primer momento, lo que le sirvió para jugar muchos minutos en el flanco izquierdo del ataque sin ser un extremo: conduce bien, es vertical y tiene una buena zurda. Como él dijo este martes, eso le sale solo. Contra el Fuenlabrada, de sus botas nacieron los dos goles con sendos centros arqueados al segundo palo que Álvaro Giménez prolongó e Iván Azón y Puche embocaron. Con 21 años, Chavarría se comió la Segunda B con el Olot. Lalo Arantegui acertó al reclutarlo en uno de sus clásicos fichajes de autor, de secretaría técnica y con aquel punto aventurero y astuto pero también de riesgo, unos cuantos de rendimiento frustrante y otros tantos realmente acertados. Como el de Pep Chavarría. Gracias a aquello, hoy el Real Zaragoza tiene un jugador muy útil y un activo deportivo cada vez más consolidado.