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La opinión de Sergio Pérez

El tiro en el pie de Zapater y la extraña ambición de Escribá

El tiro en el pie de Zapater y la extraña ambición de EscribáÁNGEL DE CASTRO

Al final del encuentro en El Alcoraz, Fran Escribá calificó el arbitraje de López Toca de bueno en líneas generales y como justas las dos expulsiones. El entrenador del Real Zaragoza también lamentó que en el fútbol actual se muestran tarjetas rojas con demasiada ligereza y se quejó de que su equipo se había pegado un tiro en el pie, en referencia a la expulsión de Zapater cuando el partido estaba muy encarrilado con el 0-1 de Bebé, el descanso al caer y el Huesca con uno menos y tocado moralmente.

Por cómo se desarrolló el partido y las cosas que sucedieron en él, a Escribá el punto no le supo bien. Verdaderamente, hubo un momento en el que al Real Zaragoza le sopló todo el viento de cola y las circunstancias le fueron favorables. Sin embargo, el equipo no las supo manejar con el temple, la frialdad y la inteligencia necesarias y de El Alcoraz regresó con un punto cuando sumar los tres fue una posibilidad a su alcance.

La realidad final fue la que fue. Empate a un gol después de un derbi aragonés con un fútbol pobre por parte de ambos contendientes, en el que el Real Zaragoza dominó el balón, como era previsible antes de comenzar, pero en el que la diferencia de disparos fue notoria: 18 para el Huesca (siete a puerta), cuatro para los blanquillos, uno solo entre los tres palos.

Con una estadística así, aunque a veces se gana, es complicado ganar. Hace ya semanas que le ocurre y en Huesca le volvió a suceder. Al Real Zaragoza, y por lo tanto a Escribá, le faltó ambición para ir a por la victoria de manera decidida. Le faltó ambición, determinación, osadía y convicción. Fruto de ello, de una situación que se ha repetido en varias de las últimas jornadas, el equipo no consigue sacar la cabeza de la zona de abajo de manera definitiva.

La Liga se le está haciendo eterna a Escribá. En El Alcoraz, hasta la expulsión de Pulido, el 0-0 pareció un tesoro para los visitantes, que no habían disparado a portería en 26 minutos, muestra evidente de prudencia, conservadurismo y de una extraña manera de salir a por la victoria. Independientemente del sabor que le deje, en cada empate el entrenador ve un punto más y un día menos para sufrir. Un punto más cerca de esa meta que se vislumbra pero que aún no se ha alcanzado y, afortunadamente, un partido menos por jugar, más todavía desde las bajas conjuntas de Azón y Mollejo que tanto daño le han hecho a su planteamiento futbolístico. El Real Zaragoza afronta las diez últimas jornadas con seis de renta sobre el descenso, un calendario inmediato complicado y la sensación de que este final de Liga, salvo algún episodio puntual de alegría, se ha convertido en un pequeño tormento semanal.

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