La opinión de Sergio Pérez

Los galanes Bermejo y Gámez y el peine de Koblet

Hugo Koblet, ganador del Tour de Francia de 1951, dejó una imagen para la historia: antes de cruzar la meta en alguna de sus célebres victorias, sacaba un peine y se alisaba el cabello. Tan guapos como el suizo salieron en la foto Gámez y Bermejo después del maravilloso 1-0 al Granada, toda una obra de arte

Fran Gámez celebra el 1-0 con Bermejo en la izquierda y Giuliano, en la derecha.

Fran Gámez celebra el 1-0 con Bermejo en la izquierda y Giuliano, en la derecha. / JAIME GALINDO / ANDREEA VORNICU

Sergio Pérez

Sergio Pérez

Hugo Koblet fue un ciclista suizo que ganó el Giro de Italia de 1950, el primer no italiano que lo consiguió, y el Tour de Francia de 1951. De pedaleo impecable y figura de adonis, falleció joven, a los 39 años, al estrellar su Alfa Romeo contra un árbol en una metáfora de cómo fue su vida: acelerada, excesiva. Koblet alcanzó la inmortalidad en la etapa entre Brive y Agen del Tour que conquistó en una cabalgada que culminó con un triunfo épico en un día con condicionantes de todo tipo. En la recta de llegada, donde se presentó en solitario y sintiéndose ya ganador, Hugo realizó su popular ritual: sacó de su maillot una esponja húmeda y un peine. Se lavó la cara, se alisó el cabello y cruzó la meta en perfecto estado de revista.

Igual de guapos salieron en la foto del 1-0 del Real Zaragoza al Granada Fran Gámez y Sergio Bermejo, que protagonizaron uno de los goles de la temporada en La Romareda por su impresionante calidad y belleza estética. Como dos galanes del balón hornearon una jugada maravillosa por el costado derecho del ataque. Bermejo recogió un balón servido por Lluís López, se giró, inició una conducción vertical hasta que le entregó la pelota a Gámez, más tirado hacia la línea de cal. El madrileño continuó la acción buscando el espacio y el lateral le sirvió un pase en profundidad justo en el sitio adecuado. Con una clase formidable, Bermejo le devolvió el esférico con un taconazo brillante que aniquiló toda la estructura defensiva del Granada. Gámez culminó la obra de arte con un golpeo con el exterior del pie derecho que se coló por la escuadra, hasta besar las inconfundibles mallas del estadio. Juntos, los dos corrieron a celebrarlo. No hubo peine, pero en la foto salieron tan estupendos como Koblet.

Fue el momento cumbre de una primera parte sobresaliente del Real Zaragoza, una de las más convincentes de la temporada, con claridad de ideas, fluidez, rapidez al espacio, generación de peligro y estabilidad defensiva. Ni siquiera los claros fallos en sendos remates de Iván Azón en los minutos seis y ocho, el primero al no empalar el balón y el segundo errando extrañamente a puerta vacía, ensuciaron la puesta en escena. La presencia del nueve agiganta al equipo, le da otra dimensión en ataque. El momento de forma de Bermejo también es muy dulce y, cuando eso sucede, la capacidad creativa y de imaginación se multiplica.

En la segunda mitad, el equipo pudo abrir una brecha significativa pero Raúl Fernández desbarató un violento cabezazo a bocajarro de Lluís López a la salida de un córner, maniobra de recuerdo cercano, y el Granada, empatar en un disparo de Quini al larguero, lo poco reseñable de su escasa producción ofensiva. El Real Zaragoza enlazó su séptimo partido consecutivo sin perder, esta vez ante un rival de enjundia, sumó tres puntos de modo concluyente, aleja casi definitivamente cualquier miedo de descenso y se dispone a crecer si las lesiones no se lo impiden de nuevo.