La opinión de Sergio Pérez

Víctor Fernández, Cordero y la gran prioridad del Real Zaragoza

El Real Zaragoza necesita dos figuras muy fuertes en el área futbolística para que su próximo proyecto funcione: un gran entrenador y un gran director deportivo que trabajen juntos, de la mano, de manera adulta, para construir una plantilla de nivel y con capacidad para subir a Primera con un límite salarial que volverá a ser muy interesante. Esa, y ninguna más, debe ser la gran prioridad de la SAD.

Raúl Sanllehí, Víctor Fernández y Juan Carlos Cordero, en la presentación del entrenador.

Raúl Sanllehí, Víctor Fernández y Juan Carlos Cordero, en la presentación del entrenador. / MIGUEL ÁNGEL GRACIA

Sergio Pérez

Sergio Pérez

Era 11 de marzo del año en curso y en los canales oficiales del Real Zaragoza apareció el mensaje con la confirmación de la noticia. La SAD eligió este titular para anunciarlo: “Víctor Fernández vuelve a casa”. Y el siguiente subtítulo: “El técnico zaragozano firma hasta final de esta temporada y la próxima campaña”.

A ese día había llegado el equipo en una preocupante situación deportiva después de que Julio Velázquez, el predecesor en el puesto, sumara un punto de quince y la caída del equipo disparara la crispación social tanto en La Romareda como fuera de ella, una señal inequívoca de peligro inminente para el futuro del equipo y, obviamente, para la estabilidad y la tranquilidad institucional.

Fue entonces, en esa clima prebélico, cuando la SAD decidió recurrir a Víctor Fernández, una elección en la que estuvieron de acuerdo todas las áreas del club implicadas en ella. Anteriormente, el Real Zaragoza que preside Jorge Mas había ido al mercado de entrenadores en tres ocasiones. Primero apostó por Juan Carlos Carcedo, luego por Fran Escribá y finalmente por Julio Velázquez.

Durante todo ese tiempo, mientras por el equipo entraban y salían técnicos, Víctor Fernández seguía sin entrenar. No lo había vuelto a hacer desde que dejó el club en el verano de 2020 tras perder en el playoff de ascenso ante el Elche. A pesar de ello, la nueva propiedad eligió previamente otros caminos, que significa lo que significa. Esta vez, tras el fiasco de Velázquez, el riesgo de hundimiento en la tabla y la tensión in crescendo, la SAD fue directamente a buscar a Víctor. Todos los caminos condujeron a su figura por razones elementales: el contexto deportivo y social era muy comprometido.

El Real Zaragoza recurrió al aragonés por máxima necesidad, pero también con cierta vocación de permanencia. Por eso pactó una doble vía: un segundo año como entrenador, tres como asesor directo de la dirección general. Todo sujeto a la voluntad del técnico. El acuerdo fue fructífero. Víctor trajo la paz social de manera inmediata y ha hecho su trabajo asegurando la salvación matemática, eso sí con mucho más sufrimiento del previsto y con un bagaje numérico poco más que discreto.

Con la permanencia conseguida, está ya en marcha el Real Zaragoza 24-25, un proyecto que tendrá vocación de ascenso como lo tuvo el de la actual temporada o el de la anterior. Los errores en la toma de decisiones frustraron cualquier posibilidad de éxito estos dos últimos años, lo que no es una causa excluyente para que el próximo proyecto nazca con el mismo objetivo y posibilidades efectivas por una razón simple: la propiedad ha dotado de una mayor potencia económica al club hasta situarlo en un rango compatible con ese tipo de metas. Con cerca de once millones de límite salarial se puede aspirar a algo así más que con siete o con ocho. Luego, el buen o el mal uso del dinero en las contrataciones y la elección de los nombres condicionarán el destino como lo han hecho esta campaña.

Con un partido de Liga aún por disputar, el Real Zaragoza está definiéndose para el futuro. Todas las miradas están puestas en Víctor, en Juan Carlos Cordero y en su posible o imposible cohabitación, que no solo dependerá de la voluntad de la SAD sino también de otros factores profesionales y hasta personales.

Víctor ha sido entrenador toda la vida. Es la profesión que ha ejercido con éxito durante casi 40 años, muy especialmente en su ciudad en los 90 del siglo pasado, donde sacó un pasaporte para la eternidad. Tiene además una querencia por un tipo de fútbol que gusta en esta tierra y olfato para distinguir al buen jugador. Sin embargo, no conoce el mercado ni es un experto en esta materia. Cordero tiene dos ascensos a Primera en su currículum y varias décadas de trabajo con hitos en ese terreno. Su crédito empezó en máximos. Como el de todos, la pésima temporada lo ha rebajado.

Por encima de Víctor y de Cordero está el Real Zaragoza, que necesita dos figuras muy fuertes en el área futbolística para que su próximo proyecto funcione: un gran entrenador y un gran director deportivo que trabajen juntos, de la mano, sin recaditos infantiles, de manera adulta y en busca de un bien común, construir una plantilla de nivel optimizando al máximo un buen límite salarial para llevarla hasta Primera. Esa, y ninguna más, debe ser la gran prioridad del club.