A la espera de que los técnicos determinen de forma precisa el origen del derrumbe del bloque de apartamentos que se ha saldado con la muerte de un menor de 15 años y de una mujer en Peñíscola, las primeras hipótesis apuntan a un fallo local en uno de los muros de carga paralelos que podría haber desembocado en el colapso progresivo del edificio, a modo de efecto dominó. El investigador de la Universitat Politècnica de València (UPV) José Miguel Adam, especializado en el estudio de este tipo de fenómeno, subraya que así es como se producen los derrumbes de forma más habitual. Ocurrió en Miami en junio, con un balance de 98 víctimas. Y, según el experto, cada vez serán más frecuentes los incidentes similares.

Adam sitúa la clave de bóveda en la continuidad que se da a la construcción, que en el caso de Peñíscola (hecha con muros portantes que soportan otros elementos estructurales) sería inferior a la que podría presentar el diseño más habitual de vigas y columnas. «La estructura tiene que ser capaz de distribuir un fallo para que no se propague. Resulta determinante dejar elementos que aten muy bien entre sí, de modo que se produzca una redistribución de la carga que garantice la seguridad de los muros vecinos en caso de un fallo local», explica el experto.

El efecto dominó

Como miembro del Instituto de Ciencia y Tecnología del Hormigón de la UPV, desarrolla un proyecto financiado con 2,5 millones de euros de la UE encaminado a estudiar el modo de evitar que un daño o un error en un punto local de la construcción se extienda, generando un efecto dominó como el que ha reducido a escombros 18 viviendas en la localidad castellonense.

Adam advierte de que todavía queda mucho por avanzar en el ámbito de la obra privada a la hora de garantizar el buen estado de los edificios. "Si no se hace un mantenimiento o no se realizan las necesarias inspecciones, una pequeña fisura puede provocar un colapso", incide el investigador, galardonado con la prestigiosa beca Leonardo. Si bien las técnicas, las capacidades, las herramientas y los protocolos han evolucionado mucho en los últimos años, el coste que conlleva para las comunidades de inquilinos hace que muchas veces se posterguen las revisiones técnicas reglamentarias. Y ahí viene el peligro. «Esta desgracia debería servir para tomar conciencia de que hace falta mucho por hacer», resalta el profesor de la UPV. "Cada cinco años tendrían que practicarse inspecciones, pero se suele dejar pasar el plazo", ahonda.

Sobre el origen de la catástrofe de Peñíscola, el experto apunta a distintas hipótesis que podrían haber influido. Aunque la antigüedad del bloque de apartamentos rondaba los 30 años y no había superado su vida útil, las fuertes lluvias de los últimos días y el propio terreno montañoso donde se asienta la urbanización, junto a la Serra d’Irta, son elementos a tener muy en cuenta. Para ello, habría que examinar si la cimentación se ha visto afectada y tomar pruebas de las estructuras. Adam también hace hincapié en que el ambiente marino de la zona suele ser un factor "muy agresivo" para el hormigón por la carga de sales que contiene.

El investigador, en cualquier caso, subraya que la calidad de las construcciones en la Comunitat Valenciana es por lo general buena y que el sistema de muros portantes utilizado en el bloque de apartamentos que colapsó el jueves suele funcionar bien, aún siendo menos "resiliente" que los entramados de hormigón.

Fusibles estructurales

Adam cita el envejecimiento de los edificios, el cambio climático y la acción humana como posibles causas de que, a su juicio, este tipo de incidentes pueden ser más habituales porque "cada vez hay más elementos extremos que lo propician".

Por eso, el proyecto en el que trabaja el experto pretende proteger los edificios frente a colapsos progresivos como el registrado en Peñíscola. ¿Cómo? Conectado diferentes segmentos mediante fusibles estructurales que minimizarían el impacto del derribo, dando continuidad a la estructura en situaciones normales y evitando la propagación de fallos locales en la estructura, de una forma similar a cómo las redes eléctricas se protegen frente a las sobrecargas.