Ser árbitro de Primera División de fútbol es una profesión muy vocacional y en la que es necesario tener una gran capacidad de abstracción para que la presión, los insultos, los comentarios y las protestas no hagan mella en el trabajo ni en la vida privada. Es difícil lidiar con ello.

Además, requiere de una gran forma física porque parece que corren menos que un futbolista, pero es una apreciación falsa y engañosa. Y por si fuera poco, deben aguantar todo el partido y no tienen sustituciones.

Y por otra parte, su responsabilidad es mayúscula, por lo que necesitan años de experiencia y talento, por lo que su salario, si bien no es el de superestrellas del fútbol mundial, sí que es muy considerable, posiblemente más elevado de lo que puedes pensar.

Hay que tener en cuenta varios aspectos, como la cantidad de partidos que arbitran sobre el terreno de juego y los que están en el VAR. Además, a ello hay que sumar el sueldo fijo, que asciende a 12.500 euros mensuales.

A partir de ahí, a sumar números. Cada encuentro en la máxima categoría del fútbol nacional, sea cual sea y donde sea, son 4.200 euros sin contar dietas y desplazamientos. Y si se está en el VAR, en Las Rozas, la mitad, 2.100 euros. Es decir, que se pueden alcanzar hasta los 300.000 euros anuales, es decir, como un jugador de perfil bajo o medio-bajo de Primera División, que no es poco.

Si el árbitro es lo suficientemente bueno para pitar competiciones europeas, bien sean de clubs o de selecciones, la cifra asciende ostensiblemente. Arbitrar un partido de Champions, además del prestigio, supone añadir unos 7.000 euros por encuentro, por ejemplo.