El marisco es una de las grandes estrellas sin duda alguna de la mesa navideña en la mayoría de casas. De hecho, en muchas de ellas apenas se consume durante el año, pero cuando llegan estas fechas tan especiales regresan para ser además las estrellas de las comidas y cenas.

Ahora bien, el marisco es bien sabido que es generalmente caro y más en estos días, en los que los precios suben, y no conviene echarlo a perder. Igual que una carne puede quedar seca o jasca, un marisco puede no estar en su punto concreto de cocción, lo cual puede arruinar la preparación. Pero no solo existe ese error, también hay otros que pueden dar al traste con el marisco. Y eso, en un día para sorprender a los familiares y para disfrutar, no es que sea de buen agrado.

Ya te hemos ido contando cosas interesantes sobre los mariscos, como por ejemplo la tabla que elaboró Mercadona para saber el tiempo exacto de cocción y la cantidad de sal en función de la especie y de su peso, los que hay que cocer antes de congelar y los que no o también la técnica correcta para descongelarlos. Y ahora toca hablar de errores.

Fallos recurrentes

Una vez tengamos el marisco en nuestras manos lo primero que hay que hacer es lavarlo bien, igual que las frutas y las verduras. Y este paso, a veces, no se respeta. Dependiendo del marisco no bastará solo con una enjuagada bajo el chorro del grifo, sino que deberán estar a remojo un tiempo para que suelten toda la arena. Hay que tener especial cuidado con los crustáceos en este aspecto.

Aunque parezca algo extraño, en los bueyes de mar, centollos, bogavantes o bueyes de mar hay grandes diferencias en el sabor entre un macho y una hembra y, para según qué preparaciones, es importante escoger bien, algo que puedes pedírselo a tu pescadero de confianza. Para saberlo hay que ponerlos del revés y comprobar la "tapa" de las tripas. Si es más bien estrecha es macho y si es ancha y más redondeada es hembra. Los machos tienen un sabor más potente y las hembras, más fino, pero pueden traer ricas huevas.

Otro error es no comerlo con inmediatez. Una cosa es congelarlo ya cocido y otra prepararlo y que aguarde unas horas, que es distinto. Se pierde sabor y, sobre todo, textura. También para cocerlo, como ya te hemos anticipado antes, hay que echar una gran cantidad de sal porque se debe cocer en agua similar a la del mar. Ahora bien, un error recurrente es echar sal fina de mesa. Hay que usar de la gorda.

Y quizá eres aprensivo, pero también hay que saber cuándo se debe poner el marisco en agua fría y cuándo en agua ya hirviendo. La respuesta está en si está vivo o muerto. En el primer caso se tiene que usar agua fría ya que irá acostumbrándose al agua y no tratará de huir, escapar y luchar por vivir. Si se revuelve, aparte de que te hará daño, se puede partir patas o cualquier otro elemento que, al entrar agua, modificará el sabor y la textura. Si está muerto, al agua hirviendo.

Por último, cuando termine el tiempo de cocción de marisco es imprescindible pasarlo rápidamente a agua fría con hielo para que no siga cociéndose con el calor residual. Así estará en el punto perfecto.