Los carburantes están en máximos históricos, con los precios por las nubes y como nunca han estado. Ha llegado un punto en el que llenar un depósito medio de gasolina o diésel cuesta 90 euros, aunque también más, lo que ha propiciado paros en el transporte de mercancías y el cabreo de otros sectores como el de los taxis.

El Gobierno anunció un descuento de 20 céntimos por litro que ya está en marcha un plan de choque para paliar los efectos de la invasión de Ucrania por parte de Rusia. Esto propicia que el Ejecutivo aporte 15 céntimos y las petroleras, 5 céntimos.

Pero en estos tiempos complicados, en los que llenar el depósito cuesta como nunca antes, ha surgido una pregunta entre los propietarios de vehículos, especialmente en aquellos que tienen un diésel y es por qué está más caro o muy cerca del precio de la gasolina cuando nunca ha sido así y siempre había una diferencia de unos 15 o 20 céntimos entre ambos carburantes.

El motivo

A la hora de comprar un coche hay que poner en una balanza los pros y los contras del diésel y la gasolina. En el primer caso, los carburantes son (eran) bastante más baratos, aunque a cambio el mantenimiento es algo más caro, así como la inversión inicial, por lo que para amortizarlo es necesario hacer una gran cantidad de kilómetros al año.

Los coches de gasolina, todo lo contrario. El coste del vehículo es menor, pero a cambio el carburante es bastante más caro. Pero eso era hasta hace unas pocas semanas, ya que ahora en cualquier gasolinera están en niveles de coste muy parejos e incluso el diésel, el clásico gasóleo A, supera a la gasolina, la "normal" de 95 octanos, algo inaudito.

Al contrario de lo que muchas personas pueden pensar, los precios no son plenamente controlados por las gasolineras, sino realmente por la cotización internacional de los productos refinados. Entonces, la cotización internacional ha subido mucho más en el caso del diésel que en el de la gasolina. A ello se ha unido que la oferta es menor, por la invasión de Ucrania por parte de Rusia, y que la demanda también es alta, ya que todavía se emplea gasoil para la calefacción de muchos hogares y para mantener la producción.

El diésel tiene unos beneficios fiscales para incentivar su compra, que es lo que realmente percibimos en el surtidor. Es decir, al ser los impuestos menores, cuando vamos a repostar notamos que es más barato que la gasolina. Pero ahora el momento es tan complicado y ha subido tanto la cotización que la bajada de impuestos tendría que ser drástica, cercana a 0, para que esa distancia de 15 o 20 céntimos volviese.