Conocer los trucos de limpieza hará que no te dé tanta pereza higienizar tu casa. Los suelos, la vajilla, la cocina o el baño se suelen limpiar con bastante frecuencia, pero hay partes del hogar que nos cuestan más y que no arreglamos tanto. Por ejemplo, en esta lista se encuentran las cortinas, las alfombras, incluso los cepillos de dientes (sí, también hay que limpiarlos a conciencia) o los sofás.

En definitiva, no debemos pasar por alto que hay partes que no nos podemos olvidar de ellas. Y una de ellas, sin duda alguna, es la campana de la cocina. Por su zona o por la cocina de los alimentos se llena de grasa, de suciedad y al no limpiarse los filtros cada día la suciedad se pega y es un engorro tener que limpiarla.

El problema no es hacerlo, sino cómo hacerlo. Si no se sabe qué productos usar y qué técnica emplear se puede convertir en un suplicio, lo que llevará a que nos ofusquemos y que nos cueste todavía más ponernos a ello.

¿Pero y si fuera tan fácil como poner todo lo necesario en una olla, esperar y como mucho frotar un poco con un paño? No, no hace falta estar venga a frotar y venga a darle con un desengrasante para que queden impolutos.

Ingredientes de toda la vida

Para la limpieza de los filtros de la campana solo se necesita una olla normal y corriente de cocinar (cuanto más grande, mejor), agua y un vaso entero de uno de los ases de la limpieza doméstica y que sirve para casi todo: bicarbonato de sodio.

Eso sí, esta vez no se va a usar vinagre ni limón, los grandes compañeros del bicarbonato. No hay nada más hacer que llenar la olla lo máximo que puedas (pero sin llegar al borde, que si no se saldrá todo y tendrás que aplicar el truco de la limpieza de la vitrocerámica) y llevarla a ebullición.

Cuando ya empiece a burbujear echa un vaso entero de bicarbonato de sodio, remueve, pon el fuego a media temperatura una vez haya roto a hervir y mete la rejilla de la campana ahí. Al cabo de unos minutos, como no te habrá entrado toda, dale la vuelta y verás cómo la parte sumergida ha tirado la mayoría o toda la grasa. Al acabar el proceso, como mucho (y lo más probable es que no) tendrás que repasar y ya está. Limpios de forma fácil y sin esfuerzo.