Caminando por la ciudad hay pocos elementos que se escapen al orden. Todo está en su sitio o, por lo menos, en el sitio que alguien pensó. No es como el monte, donde cada árbol y cada seto crece donde quiere. Pero hay un elemento anárquico que viene a desordenar la estética de las urbes. Uno en el que pocos se fijan hasta que se fijan, cuando entonces no puedes parar de verlos. Son los cables, negros y entrelazados, que llenan las fachadas de muchos edificios y cuelgan entre los bloques como si fueran lianas.

En las zonas más nuevas de la ciudad apenas son visibles pero hay partes de Zaragoza que son imposibles de ocultar. En distritos como Valdefierro o Torrero –y otros tantos– los postes a los que se amarran incluso dificultan el tránsito a los peatones, puesto que están en aceras muy estrechas a las que solo les falta que le quiten espacio. Pero no solo ocurre en los barrios tradicionales, también en el centro. Un paseo por la calle Don Jaime I, sin ir más lejos, también da cuenta de la abundancia de estos conductores. Marañas de cables se amontonan en algunos puntos como si fueran telarañas, perjudicando el paisaje de una calle que tendría que ser un escaparate de la ciudad.

A pesar de su fealdad, estos cables son necesarios porque son los que llevan la electricidad, las líneas de teléfono y el internet hasta nuestros hogares. Según datos aportados por Endesa, en Zaragoza capital, la red aérea de cables tiene 1.607 kilómetros: 253 km de alta tensión, 1.059 de media y 295 de baja. El resto, 2.287 kilómetros en total, están soterrados.

La compañía energética asegura que la capital aragonesa es de las ciudades con más kilómetros de cables soterrados. Actualmente, Endesa está trabajando para eliminar redes en patios interiores de Tenor Fleta, paseo de las Damas y Pedro María Ric.

Además, «desde hace muchos años», la empresa está soterrando las redes de media tensión de las zonas en desarrollo: Arcosur, Valdespartera, Parque Venecia y Vadorrey. En este último barrio acaban de ocultar una línea aérea que cruzaba por un parque. Asimismo, en el Casco Antiguo y en el Oliver, Endesa va a eliminar los cruces aéreos de baja tensión.

Desde el Ayuntamiento de Zaragoza explican que el asunto es complejo y que ocultar el cableado no es tarea sencilla ni barata. Para hacerlo hay que abrir una canalización subterránea que, por ejemplo en Don Jaime I, no se hizo cuando se reformó la calle.

Sí que se están preparando todas esas tuberías para cables en las calles que se van a reformar próximamente: avenida Navarra, Predicadores y otras tantas. Es decir, se aprovechan las obras para crear esas canalizaciones.

Asimismo, el área de Urbanismo trabaja con las compañías eléctricas para soterrar también cableado en la zona de Zamoray-Pignatelli, lo que impediría los empalmes ilegales en esta zona, especialmente afectada por la okupación.

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No obstante, una vez hecho el hueco bajo tierra, meter los cables por ahí depende de las propias empresas propietarias de las líneas, que a veces demoran estas actuaciones en el tiempo para evitar costes. O también ocurre que, una vez el consistorio ha hecho la canalización, le corresponde a las comunidades de vecinos hacer más obras para poder empalmar los cables subterráneos, lo que tampoco ocurre siempre por el alto coste de estos trabajos.

Por otro lado, hay farolas que no se pueden eliminar de las fachadas, por lo que la alimentación tampoco puede ir bajo tierra. Los cables son feos, pero en muchos casos no queda más remedio que acostumbrarse a ellos.