Fue en 2008, con la Expo del Agua, cuando llegaron a la capital aragonesa las bicis compartidas. El servicio Bizi Zaragoza irrumpió con fuerza en la ciudad. Era toda una novedad, un nuevo modelo de movilidad que marcó un antes y un después y que se impulsó en paralelo a la construcción de una red ciclista que empezaba a unir los barrios.

La ciudad se estaba preparando para la movilidad sostenible. Ahora, 14 años después, las bicis rojas pierden fuerza a favor de las nuevas compañías, con modelos más modernos y confortables, y cada día se registran cinco bajas de media en el servicio municipal. Un goteo que parece imparable. 

Hasta ahora había logrado mantenerse, con subidas y bajadas, pero la pandemia ha roto toda las estadísticas y desde marzo de 2020 la caída de abonados ha sido de un 23%. El 2020 comenzó con 14.091usuarios, 4.305 menos que hace dos años, cuando decretaron el confinamiento en casa y había 18.396 clientes. Solo tres meses después, en junio de 2020, ya se habían dado de baja mil personas, y así han ido pasando los meses, con una pérdida de usuarios constante.

Estación de Bizi Zaragoza en Hernán Cortés. ANGEL DE CASTRO

La empresa que se encarga de la explotación de este servicio es Clear Channel. El contrato finaliza en 2023 y el Gobierno de PP-Cs tendrá que valorar si mantiene el Bizi Zaragoza, que es deficitario, u opta por limitar la oferta a las nuevas empresas Reby y Ridemovi, con bicis más modernas (también eléctricas), tarifas ajustadas a su uso y con la ventaja de que se pueden estacionar con mayor libertad, pero no en cualquier lado.

Más ciclistas y usuarios de patinetes

Mientras el servicio municipal no para de perder usuarios, cada vez son más los ciclistas que circulan por la capital aragonesa. Tras el confinamiento, según los aforos de Movilidad, el uso de los carriles bici se disparó un 80%, en parte, por la irrupción de los patinetes eléctricos.

El miedo al contagio provocó una disminución en el uso del transporte público y muchos de estos usuarios optaron por desplazarse andando o a través de vehículos de movilidad personal (VMP) como las bicis y los patinetes. Por suerte, no eligieron la alternativa del coche como sí ha sucedido en otras ciudades y desde la pandemia el tráfico rodado se ha reducido un 5,7%.

Para fomentar los desplazamientos individuales, el ayuntamiento optó por una fórmula rápida y económica, como es la creación de ciclocarriles, hasta 80 kilómetros, aunque desde los colectivos ciclistas insisten en que los segregados para bicis son la mejor opción. Movilidad tiene varios proyectos en marcha pero supeditados a que lleguen fondos europeos.

Un ciclista y un usuario de patinetes circulando en dirección contraria por la calle Don Jaime. JAIME GALINDO

La red ciclable en Zaragoza es de 123 kilómetros, lo que ha motivado que sea elegida por muchas empresas para testar sus unidades y hasta cuatro empresas de patinetes llegaron a operar en la capital. Las primeras llegaron en 2018 y tres años después, el consistorio decidió poner orden y limitar el uso del espacio público a dos empresas.

Tanto Reby y Ridemovi van a empezar a desplegar sus unidades pode la ciudad. Hasta ahora las alternativas para ir en bici de alquiler en la ciudad se han limitado al Bizi Zaragoza y, aún así, ha experimentado una importante pérdida de usuarios, pese a que sus tarifas con económicas y por 36,93 euros al año (o 5,28 euros durante 72 horas) uno puede disfrutar del servicio. 

Las empresas de alquiler de patinetes eléctricos

El viernes pasado Reby ya sacó a la calle las primeras 168 bicis de las 840 con las que va a operar en Zaragoza. El precio base es de 24 céntimos el minuto y estos primeros ciclos que han llegado tienen asistencia eléctrica.

RideMovi también ha desplegado sus primeras bicis eléctricas, aunque luego completarán su oferta con ciclos convencionales sin asistencia al pedaleo.

"Hemos realizado ya el pedido al fabricante y en los próximas semanas seguirán llegando más bicicletas. Ya hemos contratado al equipo local y hemos encontrado un almacén por la zona de Delicias que nos ofrece mucha operatividad, porque nos permite cambiar baterías y bicis dañadas muy rápidamente", explica el director general de operaciones de la compañía, Ismael San Francisco.

Tanto Reby como RideMovi estarán tres años en Zaragoza según marca el contrato y por exigencia del ayuntamiento deben incluir un candado físico para poder estacionarlas en un lugar fijo y no en medio de cualquier acera. "Para nosotros también es una ventaja. Además del candado físico, utilizamos un sistema de geolocalización y tenemos marcadas en la aplicación las zonas del mapa en las que se puede estacionar. Así nosotros también tenemos los vehículos más localizados y concentrados", añade San Francisco.