El Periódico de Aragón

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Auge y caída de la plataforma ciudadana

Zaragoza en Común ocho años después: "Fuimos ingenuos y generamos demasiadas expectativas de cambio"

EL PERIÓDICO reúne a Santisteve, Broto y Cubero para analizar su paso por la política | Los concejales del cambio admiten que la desmovilización fue uno sus grandes errores

Cubero, Santisteve y Broto, en el balcón del Ayuntamiento de Zaragoza. Jaime Galindo.

En tan solo nueve meses, Zaragoza en Común (ZeC) asaltó los cielos, que diría en su momento Pablo Iglesias. Ese fue el tiempo que transcurrió desde que se creó la plataforma ciudadana hasta que llegó al poder. Como sucedió en otras ciudades españolas, la Alcaldía de Zaragoza fue conquistada por uno los llamados «alcaldes del cambio»: Pedro Santisteve.

Un abogado sin experiencia política que accedió al Gobierno municipal en 2015 junto con un grupo de ocho concejales que desconocían cómo funcionaban los despachos consistoriales y las malicias que se tejen en los corrillos de la casa consistorial. Venían de llenar las plazas y se toparon con un muro democrático y una oposición que dificultó su propósito: cambiar las cosas.

Una promesa o una ilusión que, admiten ahora, no era tan viable. Ese fue su error, «crear demasiadas expectativas» y «desmovilizar» a la sociedad, con unas calles huérfanas de movimientos sociales. Un error que pronto se tradujo en desencanto y en la pérdida de apoyos. 

Tres de los protagonistas de ese fenómeno, que muchos tildaron de «anomalía histórica», el propio Santisteve, la que fuera vicealcaldesa, Luisa Broto, y el concejal más polémico de la legislatura y responsable de Servicios Públicos, Alberto Cubero, han anunciado que se van, que dejan la política. «Ha sido una montaña rusa en lo político y en lo personal», resume ahora Cubero mirando hacia atrás con perspectiva. 

EL PERIÓDICO ha reunido a los tres concejales que resistieron a una etapa de Gobierno marcada por la crispación, la judicialización, la división y la promesa del cambio. Son los únicos tres representantes que consiguió ZeC en las elecciones de 2019, cuya «plataforma, que no formación» pasó de tener 80.000 votos en 2015 a 33.000 cuatro años después. «Tuvimos muchos aciertos y algún error», dice Cubero, pero ni su llegada al poder ni su paso a la oposición tienen solo una explicación. 

Un ascenso enmarcado en el contexto estatal

El ascenso y la caída de ZeC, reconocen los tres, «se tiene que enmarcar en un contexto estatal» y dentro de un ciclo de movilizaciones en la calle que clamó por acabar con el bipartidismo y reformar la democracia española. Aupado por este fenómeno, Santisteve llegó a la alcaldía, pero una vez ahí la ilusión de miles de personas desapareció. «Sufrimos durante cuatro años una situación de auténtico acoso y derribo por parte de los que habían ejercido siempre la política como si fuera esta institución (el ayuntamiento) un patrimonio suyo personal», lamenta Santisteve mientras Cubero y Broto asienten. 

Aunque les cuesta reconocer sus propios fallos (la autocrítica siempre es dolorosa), admiten que el mayor error que cometieron fue generar unas expectativas que difícilmente podían cumplir. 

«Mucha gente que nos votó quería inmediatez. Pero tener el Gobierno no es tener el poder»

Luisa Broto - Exvicealcaldesa y concejala de ZeC

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Consecuencias de gobernar en minoría

«Hicieron todo lo posible por echarnos –insiste Broto–. Éramos un grupo de gente muy ilusionada que nos encontramos con altos funcionarios y con unos procesos complejos y difíciles». «Y como gobierno tuvimos algunos déficits, porque muchos de nosotros no sabíamos cómo funcionaba una administración y no hubo profesionales que nos cedieran ese saber compartido y esa información que nos habrían permitido tomar decisiones sin zancadillas. Gobernar no es tener el poder, y fue muy difícil decirle a la gente que no podíamos hacer las cosas que queríamos», explica la exvicealcaldesa. 

Los tres concejales recuerdan también que gobernaron en minoría, con el apoyo externo y puntual del PSOE («que nos lo puso difícil», matiza Santisteve) y CHA. El popular Jorge Azcón, dicen, lo tiene mucho más fácil por la aritmética que se da en el salón de plenos, y la mayoría que suman con el respaldo de Vox. Ahora, «también tienen problemas, otra cosa es lo que se transmite a la realidad ciudadana», añade Broto. 

Toma de posesión de Pedro Santisteve en junio de 2015. ANGEL DE CASTRO

El cambio, o la promesa del cambio

Volviendo a la autocrítica, Cubero confiesa que «en ZeC fuimos ingenuos. Generamos muchas expectativas y se transmitió la sensación de que se podía cambiar la ciudad igual que se le da la vuelta a un calcetín. Nos creímos eso y colaboramos en la transmisión de esa idea. Y no es así. Nosotros nos topamos con barreras que cuando entra el PP o el PSOE en una institución no se encuentran», señala. 

Otro de los problemas que llevaron al desánimo fue «el vaciamiento de las calles». «Nuestros votantes llevaban años manifestándose. Llegamos al poder y eso se desinfló. Las expectativas que generamos provocaron cierta desmovilización, pero los ciudadanos no pueden delegar el voto en sus representantes, tienen que votar con conciencia y el compromiso de seguir participando día a día», pide Santisteve. 

«Transmitimos que podíamos darle la vuelta a la ciudad como a un calcetín. Y no es así»

Alberto Cubero - Concejal de ZeC

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Cubero, el más crítico, va más allá. «La ingenuidad fue nuestro principal error –repite–. No tendríamos que haber abandonado las calles a pesar de haber llegado a las instituciones. Si la presión en las plazas hubiera seguido durante nuestro gobierno, se hubieran conseguido más cosas», reitera. 

Pero no se consiguieron y ahora Europa está sufriendo otro cambio, pero a la inversa. Del ascenso de los partidos y las plataformas de izquierdas se ha pasado al auge de la ultraderecha. «La socialdemocracia ha fracasado porque no ha sabido generar expectativas de redistribución de la riqueza y porque en materia económica ha hecho las mismas políticas que la derecha. Ahora estamos pagando ese precio. Cuando nosotros llegamos a las instituciones nos encontramos con que eran irreformables. Si hubiera una posibilidad de hacer reformas de verdad no habría ultraderecha. Porque entonces se demostraría que las instituciones sirven para algo. Pero con nosotros se practicó obstruccionismo», asegura Santisteve. 

Broto, Santisteve y Cubero, a las puertas de su despacho en el ayuntamiento. Jaime Galindo.

La inmediatez

Broto apunta que la ansiedad por el cambio tampoco jugaron a su favor. «Cuando nos votaron, muchas personas querían inmediatez. Querían que la solución a sus problemas llegara de un día para otro. Y tener el Gobierno de la ciudad no significa tener el poder ni cuatro años de mandato son la panacea. Eso se ha utilizado muy bien por parte de los expertos en la captación de voluntades y mucha gente se ha decantado por la derecha o la abstención». 

Con el recuerdo de la plaza del Pilar repleta de ciudadanos celebrando la toma de posesión de Santisteve como alcalde de la ciudad --«no fue un espejismo», recuerda Broto-- los cuatro años de Gobierno estuvieron marcados por «los palos en las ruedas», también los que les ponían desde el PSOE, insisten los tres una y otra vez. 

Tras las elecciones de 2019, ZeC se convirtió en el tercer grupo menos votado, y Santisteve se quedó al frente de la plataforma, «todo un hito». «Hemos estado a las duras y a las maduras», asegura el exprimer edil. 

Ahora, con la celebración de las elecciones municipales en siete meses, admiten que volver a llegar al poder es complicado. «Muchos dijeron que éramos una anomalía histórica, pero abrimos un grieta en un muro por la que pasó la luz que puede volver a repetirse».

De la alcaldía  a la oposición y «ahora al Inaem»

Pedro Santisteve, Luisa Broto y Alberto Cubero llevan ocho años en las instituciones, y su carrera política ha tocado fin. Tras las elecciones de mayo no seguirán al frente de ZeC, tal y como adelantó este diario. Cada uno emprenderá su camino, aunque dicen que seguirán vinculados al proyecto desde la base. En el caso de Santisteve, de la alcaldía pasó a la oposición y ya dice que lo primero que hará tras dejar su cargo será ir «al Inaem. «No nos hemos apalancado en el cargo. Dijimos dos mandatos y cumplimos», precisa. Broto, por su parte, regresará a su puesto de trabajadora social del ayuntamiento. «En lo personal, la política ha sido una experiencia de vida. Aunque me arrepiento de no haber podido conciliar mejor», resume. Cubero también regresará al mundo laboral, si bien seguirá ligado a la política puesto que ostenta cargos orgánicos en la estructura del Partido Comunista. «Vine con unas ideas sobre dónde reside el poder y salgo con esas mismas pero más reforzadas. Salimos contentos y orgullosos», confiesa. 

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