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El Día de Muertos de México también se celebra en Zaragoza

La asociación México Lindo ha montado un altar típico del Día de Muertos en la tercera planta de la biblioteca de La Azucarera, en El Rabal.

Montaje de un altar mexicano por el Día de los Muertos.

Montaje de un altar mexicano por el Día de los Muertos.

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Montaje de un altar mexicano por el Día de los Muertos. Iván Trigo

La tradición de Todos los Santos en España comienza a verse eclipsada por Halloween, aunque hay otras mucho más arraigadas y duraderas en el tiempo que, desde hace unos años, también tienen cabida en Zaragoza aunque no tengan tanta visibilidad. Se trata del Día de Muertos, una costumbre mexicana que hasta el próximo 4 de noviembre podrá contemplarse en todo su esplendor en la tercera planta de la biblioteca del edificio de La Azucarera, en El Rabal.

En este espacio, la asociación México Lindo ha montado un altar de muertos típico como el que la mayoría de familias del país azteca instalan en sus casas para recibir, durante tres días, a sus difuntos. El objetivo, señalan desde esta entidad, no es reírse de la muerte, «sino celebrarla» y reencontrarse con sus antepasados. «Es nuestra tradición más ancestral y hoy en día se juntan elementos de la cultura prehispánica con la hispánica, aunque tiene al menos 5.000 años. Está declarada Patrimonio Cultural e Inmaterial de la Humanidad», cuenta Martha Brito, presidenta de la asociación.

El altar, explican mientras lo montan, lo conforman tres diferentes niveles. Uno representa al cielo, otro a la tierra y otro al inframundo, llamado mictlán en lengua náhuatl. Han de montarse mirando a una puerta que, además, esté abierta, para que los muertos encuentren el camino para reencontrarse con sus familiares.

En el altar hay todo tipo de elementos, pero todo tienen su significado. «La sal sirve para purificar su camino tanto de ida como de vuelta», cuenta Brito señalando a un bol. «Y el agua es para que se repongan después de su largo viaje», explica.

La tradición del Día de Muertos proviene de la cultura azteca. Se celebraba entre el octavo y el noveno mes de su calendario y, al consolidarse el catolicismo, se decidió fijar esta celebración entorno al día de Todos los Santos.

El altar está dedicado al cantante de rancheras Vicente Fernández, fallecido recientemente. Jaime Galindo.

La celebración dura tres días y el primero es el conocido como Día de Muertitos, puesto que es cuando se recibe a los niños y menores de edad que han fallecido. Es por eso que en los altares también se dejan golosinas y juguetes para que, una vez lleguen del inframundo, estén cómodos y entretenidos.

«Normalmente los altares se dedican a tus familiares, pero como este es público lo hacemos en homenaje al cantante Vicente Fernández, que murió el año pasado», cuenta Brito mientras le coloca un sombrero típico mexicano a una calavera, que representa al artista fallecido. «Por esto en el altar también hay tequila, porque le gustaba mucho», añade la mujer.

Los cuatro elementos

En los altares del Día de Muertos también están representados los cuatro elementos de la naturaleza: el fuego, que son las velas; el agua, en el vaso para que los difuntos beban; la tierra, que son los frutos que se colocan para que los muertos se alimenten (dice la tradición que al terminarse la fiesta estos han perdido su sabor porque los muertos ya se los han comido); y el aire, que son las banderas de papel picado de colores, traídas directamente desde el país azteca y con elementos diferentes en cada una de ellas.

Rodeando al altar se colocan también flores, llamadas cempasúchil o «de los cuatrocientos pétalos». Es por estas fechas cuando nacen estas plantas, si bien suelen ser sustituidas, como en este caso, por flores de papel. Se colocan frente al altar formando una alfombra que, junto a las velas, indican el camino a los difuntos para que sepan llegar al hogar de sus familiares vivos.

Las calaveras y las banderas de papel picado son parte fundamental de los altares. Jaime Galindo.

Las calaveras y los esqueletos completan la decoración. Aunque, eso sí, un apunte para los europeos: «La Santa Muerte no existe como santo, no le honramos. Eso es una cosa de los narcos pero que no es propio de la cultura mexicana en general», señala Antonio Andrade, periodista, poeta y escritor.

El primer altar de muertos que montó esta asociación fue en 2011, y desde entonces han ido exhibiendo esta parte tan importante de su cultura en diferentes lugares de la ciudad. Estos días nos invitan a todos a pasar unos días con sus difuntos. 

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