Último adiós a la vieja carretera de la avenida Cataluña

Será mañana, por fin, cuando las máquinas entren a trabajar en la avenida Cataluña. La ansiada y demandada reforma de esta antigua carretera comenzará mañana 12 años después del inicio de las reclamaciones por parte de los habitantes de la zona. Se actuará en un tramo de 500 metros, entre la rotonda de la Z-30 y el puente del ferrocarril. «Bienvenidas sean las obras, pero todavía faltarán otros tramos en los que trabajar», advierte Jesús Fon, quien fue durante muchos años el presidente de la asociación de vecinos.

Un vistazo rápido sirve para darse cuenta de por qué los vecinos llevan tanto tiempo pidiendo transformar una antigua carretera nacional en una avenida merecedora de ser denominada como tal. En estos momentos, en el tramo sobre el que se va a actuar, las aceras son ridículas si se comparan con el ancho total de la avenida. Los peatones apenas tienen espacio y, por si fuera poco, los postes de luz y otros obstáculos siempre muy antiestéticos molestan a los que se pasean por la zona.

No ayuda tampoco para acabar con el aspecto de travesía que la zona apenas se haya desarrollado urbanísticamente. Hay edificios en construcción en la zona y otros que ya llevan décadas en pie, pero los vecinos esperan que la reforma de la avenida sea la antesala que propicie la llegada de nuevos habitantes y construcciones, lo que acabaría de convertir a esta antigua carretera en una avenida.

Primeras protestas

La lucha vecinal por la avenida Cataluña comenzó a principios de 2010, cuando se produjeron las primeras manifestaciones y protestas. «El 18 de marzo de ese año fue cuando se solicitó la cesión de la vía al Ministerio de Fomento», recuerda Fon. Después llegarían muchas promesas y decepciones hasta llegar al día de mañana, cuando comenzarán las obras.

«Hemos acudido al Justicia, al Defensor del Pueblo, hemos reclamado en el Congreso de los Diputados y en las Cortes. No nos han quedado instituciones a las que acudir», rememora este histórico integrante del movimiento vecinal. Y es que aunque la primera solicitud al Ministerio de Fomento data del año 2010, hace 12 años, no fue hasta 2019 cuando se hizo efectiva.

«Supongo que tuvimos mala suerte, o no sé si fue una cuestión política. Pero hasta entonces las cesiones se concedían con dotación económica y cuando llegó la crisis todo se paralizó», cuenta Fon. Entonces volvieron las manifestaciones y las protestas callejeras.

Durante el mandato de Zaragoza en Común(2015-2019) se dieron algunos pasos, como la reforma de la acera que une los números 229 al 252, que son los que están más allá del puente del ferrocarril y hacia Santa Isabel. También se consiguió la cesión de la carretera por parte de Fomento y, cuando llegaron al Gobierno de la ciudad PP y Cs, la avenida Cataluña se convirtió en una promesa que año tras año se fue aplazando hasta llegar al día de mañana.

4,4 millones

En los presupuestos de los últimos años se han ido incluyendo partidas para reformar la avenida, pero estas no acababan ejecutándose. Ahora por fin las máquinas van a entrar a trabajar y la reforma de este tramo de 500 metros de largo va a suponer una inversión de más de 4,4 millones de euros.

«Estamos contentos, sí, va a suponer un cambio importante. Pero es verdad que lo que se va a hacer ahora se podría haber hecho hace dos años. En la avenida Navarra todo ha ido más rápido. Esperamos que la reforma sea un revulsivo para la zona, tanto para los vecinos que ya vivimos aquí como para los que están por llegar», comenta Fon.

Las obras durarán 14 meses. «Pero ahí no acaba todo. Es importante también que se haga el cambio de sentido debajo del puente del ferrocarril», pide Fon, algo que el ayuntamiento también ha contemplado y para lo que ya tienen casi listo un proyecto. 

Así con todo, hoy es un día cualquiera. Es el último día en el que la avenida Cataluña será una antigua carretera con aceras descuidadas. Dentro de un año y dos meses, si los plazos se cumplen, será una avenida con todas las de la ley. Aunque seguirán quedando cosas por hacer.

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